viernes, 15 de abril de 2011

otro Fragmento de la novela ÑANKUNA


Al llegar al final de la subida un viento ligero acarició mi cara. Me detuve por un instante limpiádome el sudor. Luego miré mis pies, había riesgo de tomar una severa infección. Me preocupé bastante. Pero a pesar de tamaña magulladura, sorprendentemente no me dolía. Y bueno, me dije hacia mis adentros, continuaré. Uno pasos después, cruzamos el abra, y en seguida por delante se vio una vasta llanura con desniveles pronunciados, y caminos confusos. Y así, quedó atrás el caserío de Corral pata.


De hecho, y es innegable que por delante, también el camino es difícil a pesar de los pastizales. En cierto modo, no había una via definida, todas conducían a cualquier parte. Arriar a los animales en conjunto por estos caminos confusos iba resultar complicado. Cualquiera tomaría cualquiera de las vías. De inmediato se tomó decisiones determinantes y urgentes. Pero las mulas continuaron avanzando sin problemas, esquivaban zanjas con mucha facilidad. En seguida entramos a una curva llena de malezas y cruzamos el primer riachuelo de Churrubamba. En la zona hay apenas cuatro casas, radicalmente separadas unas de las otras. Como se preveía, después del riachuelo fue un caos. Los animales intentaron esparcirse a todos lados. Corrimos tras estos con látigos y zurriagos. Por un momento reinó el alboroto, pero conseguimos manterlos unidos. Después, favorablemente siguieron las huellas de las mulas que se apuraban hacía el lugar de descanso que ya se divisaba vistosamente bajo la falda del cerro Apu-alalaypata.

Las mulas se desviaron del camino hacía una pampa. Yo corrí para guiarlos en donde sería la parada. Sujeté de sus sogas hasta que se detuvieron. Inmediatamente llegaron los otros animales. Amarramos las vacas y a los otros animales en las ramizas. En tanto, los chanchos se estiraron en el suelo y en las partes más húmedas, enervados. Después papacho con Timani bajaron la carga de las mulas. Mama Tere se sentó sobre el pasto y tendió la manta sobre el piso, y encima de esta, acomodó el refrigerio: mote, queso, huevo cocido y kankacho.

Al rededor de la manta tomamos asiento. Los pastos húmedos comenzaron a mojar las prendas por lo que Papacho volvió a levantarse y caminó hacía un amontonado de piedras. Alzó la más plana y volvió donde merendábamos. Después de acomodarlo en el suelo tomó asiento sobre esta. Efectivamente era buena la idea, pero el cansancio no me permitió hacer lo mismo. Mis hermanos y yo, optamos permanecer sobre el pasto húmedo.

Desde ese lugar se obaserbava todas las distancias, toda las formas de las vistas panorámicas. La comunidad de Q’otawachu florecer en medio de un verde intenso y bajo la protección del Cerro Apu-Muchkani y el Apu Landa, adornados con eucaliptos y arrayanes, y rodeados de sembradíos de maíz, papa, olluco y plantaciones de trigo y cebada. Al frente de la misma comunidad, el caserío de Atuq-pata se distaba impreciso a efectos de las insignificantes neblinas que todavía permanecían espesas a esa hora del día. Y, al lado, se miraba las ruinas del Sondor-pata.

El sondor, así se lo conoce al complejo de restos arquitectónicos que guardan a los restos misteriosos de la cultura Chanka. La zona, por su ubicación y forma geomorfológica asemeja a un cóndor con alas estiradas. Y de acuerdo a las variaciones lingüísticas entre el español y el runa-simi fue adaptándose las imposiciones foráneas. El nombre de Sondor pata que deriva de Kuntur pata quiere decir “loma de los cóndores”, “pata” conserva el significado de una loma en runa-simi.

¿Cómo podíoa ser? Era mi pregunta. Hasta hace un istante las neblinas todavía eran espesas en todas partes, pero de un momento a otro comenzaron a desaparecer. El predominio del azul era casi absoluto. Solo en los valles y quebradas, y en algunos lugares rociados como en Muchkani se hallaban las nubes. Después de merendar, yo me levanté primero. Y como siempre, la curiosidad me llevó a buscar en las ramizas un tronquito bien recto, y tracé cuatro líneas en el piso teniendo como eje un punto. Coloqué verticalmente el palito en el centro. La proyección de la sombra me indicaba que eran poco más de las 10:30am. Temprano para donde ya nos encontrábamos.

En cualquier momento nos encontraríamos con viajeros que venían del otro lado del cerro Apu-alalaypata. Lo más probable, nos avisarían lo sucedido la noche anterior. Mientras tanto, todos serían especulaciones. Lo cierto de todo esto, esque no teníamos dudas que se trataba de asesinatos. No lo dudábamos. Probablemente las victimas son algunos concejales, y por qué no, algún militar del pueblo. Pero, ¿por qué a ellos? Me pregunté y yo mismo respondí: Por ser corruptos, Apurimac.

¿Tantos tienen que morir para encontrar la paz definitiva en el pueblo? Así parece, Apurimac

¡Qué rabia me da el saber eso!

Ankasmayta y Timani se echaron en el pasto sin importar la humedad. Estiraron sus pies y cerraron los ojos. Trabajaron bastante, se merecen de un buen descanso. Papacho se alejó del lugar con el argumento de explorar el camino. Retornó con la novedad de la existencia de un tramo totalmente atestado por zanjones. Tácitamente estaba anunciando la complicación para las mulas que llevaban cargas pesadas. La novedad a ninguno alarmó. Teníamos bien en claro cual de los atajos tomar por más difíciles que sean. Conocíamos muy bien el lugar y era nuestra ventaja ante la adversidad.

En ese momento se escucharon ruidos de motor de carro. Sin soprendernos miramos hacia el cerro Apu-Muchkani. Sin la presencia de las nubes los rayos del sol mandaba en todos los lados. Los carros avanzaban por la carretera y en breve, desaparecieron ni bien voltearon al otro lado del cerro, también su ruido.

Concretamente la persecución a los encapuchados tenía varias horas de demora. En un principio que a mi me parecía descabellado el romper la carretera con picos y lampas tuvo sentido. Es buena estrategía, pensé. Cuando se trata de huir, el tiempo es valioso. Lo evidente es que no los alcanzarían, no los encontrarían. O tal vez si. De ser así, ¿cuantas muertes más podían esconder los montes?

Desde que recuerdo al grupo de los encapuchados veo imágenes muy tiernas de jóvenes campesinos como yo. Integrando al grupo guerrillero, quizás muchos sin entender de qué se trataba. Estaban porque estaban por estar. Muchos a cambio de armas de fuego, llevando picos y lampa. Lo curioso, también eran llamados terroristas.

¿Qué futuro tengo yo? ¿En cual de las veredas voy a estar parado cuando sea grande? Quizás me lleven por la fuerza a ser parte de Sendero Luminoso. A lo mejor, con el servicio militar obligatorio termine siendo soldado para perseguir a mis hermanos campesinos y matarlos con el argumento de que son cómplices de los terroristas, quién sabe, quizás.

Si acaso los encapuchados resolvían emboscar al ejército en esas rutas, todas condiciones estaban a su favor, inclusive el efecto sorpresa. No habría escapatori ¡Ojalá que no ocurra nada de eso! Me dije. Sería una tragedia para todos. Especialmente para sus familiares. Los soldados obedecen solamente ordenes de mentalidades terroristas como lo es la clase política del mundo capitalista. Argumentados bajo el término de la democracia son los indiscutibles criminales, y, están protegidos y amparados con leyes hechas a la medida de los intereses del dinero. Plata sucia, dinero fácil son las razones de tanta pobreza y mucha podredumbre en el Perú. Sin educación, sin salud ¿A dónde va una sociedad?

A la mezquindad. ¡Apurimac, carajo!

¿Para esto se ha inventado al terrorista?, ¿Para ser estrictamente el blanco de las excusas de la ambición del dinero? Extiéndelo, de una buena vez, pero entiendolo y no jodas más…

Regresé a donde estaba mi madre. Tomé asiento en su lado. Ella me aunó a su pecho y me dio un beso bien tierno en mi frente. Yo quedé feliz, muy feliz. El amor de mi madre siempre fue el mejor de los regalos que me dio la vida.

¡Madre mía. Cuanto te quiero! Le dije con el brillar de mis ojos.

Cuando se trata de amores sobran las palabras. Después le ayudé a juntar la manta. Quedaba poca comida, y lo que sobró nos repartimos entres los tres. Yo llené mis cuatro bolsillos con mote. Y comencé a caminar hacia donde estaban los chanchos. En tanto, mis dos hermanos con mi padre volvieron a cargar a las mulas. En breve, comenzaría el viaje hacia la ciudad. Miré hacía adelante. La pampa sobre el cerro estaba repleta de humedad. Había pocas posibilidades para que las mulas transiten sobre ella. Forzosamente volvieron al ñan que metros mas adelante volvía a tener el sentido de camino principal. Y continué con la mirada fija hacia adelante. Después de los pastizales, se miraba notoriamente las angostas vías que se abrían por el medio del cerro peñascoso.

Solamente faltaba un tramo para salir del barro. Después de ello, el panorama es totalmente diferente, pero no menos peligroso, porque el cerro Apu-Alalaypata además de ser tenebroso también esconde dificultades para cualquier viajero.

Papacho con Timani regresaron al camino principal con las vacas, toros y mulas. Mientras que yo quedé con el cuidado de los chanchos. Al dar el primer paso tuve flojera que no me permitió seguir caminando. ¿Cómo se hace para volver a tener ánimos? Seguir y seguir. Es la clave. Poco a poco mi cuerpo volvió a tomar el ritmo. Y los chanchos después de un prolongado descanso comenzaron a apurarse con el zurriago. Como se veía, en efecto, en el camino había mucha humedad, charcos de agua y excrementos de animales que no eran favorables para mi herida. Elegí caminar con cuidado, saltando y tomando otras vías. El atajo dejó de tener llanuras, y la fatigosa subida acabó por completo mis energías. Por suerte, al otro lado del puquial los senderos cambiaban de color y forma. Entonces sería diferente. El camino cascajoso ya se hacía desear.

Ya llegaremos cuando menos lo esperemos, me dijo Ankasmayta.

Estuve al tanto de Timani y de Papacho. Observaba continuamente, pero no lograba verlos con nitidez por las enormes ramizas al borde de los caminos. Se escuchaba constantes voceríos. Para las las mulas, esas voces no eran tranquilizadoras, pero tampoco eran de alarma. Estás mulas estaban sobrellevando con gallardía y altura las dificultades de los caminos cercanos al puquial.

Escuché a Timani decir mi nombre. Apenas contesté me dijo que me apurara. Y yo, haciéndole caso salté un montículo al otro lado, ¡por dios! Nunca uno quiere lastimarse solo por gusto, pero yo, tropezé otra vez, esta vez atiné con unos palos peliagudos que se clavaron en el otro de mis pies. Eran trozos de Tankar kichkas, una especie de púas de palo ¡Qué dolor! Quieto en el suelo y sobre el pasto húmedo me senté y agarré mis patas carcomiéndome los dientes. Sentía al dolor subir cruelmente por mis venas hacia la cabeza. En ese instante estiré la pierna y tiré mi cabeza hacía atrás cerrando los ojos y inhalando bastante aire, confundí ver estrellas en medio de un día bastante alumbrado, y cuando volví a abrí ojos unos cernícalos volaban hacía los cerros. Los chanchos siguieron caminando como si no hubiera pasado nada. Mama Tere, ni Ankasmayta se dieron cuenta de mi infortunio.

Nunca imaginé otra desgracia en un solo día. No grité, no lloré, no hice nada sino respetar aquel momento de dolor. Aguanté el padecimiento más por el miedo a los reproches que por mi valentía misma. Al notar que mis pies no desangraban a priori presagié que no había de qué alarmarse.

Intenté calmarme. Mientras las púas estuvieran alojadas en mis pies, impedirán para caminar. Es preciso extraerlo. Me armé de valor: cerré los ojos y volví a morderme los dientes, y desde mi piel los saqué con fuerza. Las púas salieron no dando el brazo a torcer dejándome un agujero en la dermis y desangrando irrisoriamente.

Este fragmento pertenece al segundo capitulo de la novela.
Enciso Altamirano

Poesía andina: Espíritu

Alejandro en Imágenes

éstas imagenes corresponden a mi actividades sociales y culurales realizadas en el años 2007.
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Pronombres del runa-simi

MODO AFIRMATIVO
singular
-Ñuq’a.. kani... yo soy
-Q’an... Kanki..tu eres
-Pay … kan … ella/el es
-Kay … kan … esto es (neutro)

plural
-Ñuq’ayku…Kaniku… Nosotros
-Q’ankuna…Kankichi..Ustedes
-Paykuna…. Kanku…. Ellos/ellas
-Kaykuna….Kkanku… Estos/tas

Importante:
* El pronombre ÑUQ’A termina en vocal, entonces se le agrega el sufijo YKU.
* Cuando los pronombres terminan en una consonante se le agrega el sufijo KUNA

MODO NEGATIVO
-Ñuq’a mana kani
-Q’an manan Kanki-chu
-Pay manan kan
-Kay manan kan-chu
-Ñuq’ayku manan Kaniku-chu
-Q’ankun manan Kankichi-chu
-Paykuna maman Kanku-chu
-Kaykuna manan Kanku-chu

Importante:
*Cuando el pronombre termina en consonante el modo negativo es MAMAN, MANA cuando termina en vocal, pero con algunas exepciones. Además al sustantivo se le agrega el sufijo CHU.

Algunos ejemplos
-q'an manan kanki-chu (tu no eres)
-q'an manan kanki q'elqaq-chu (no eres escritor)
-Ñuq’a kani ductur / q'ampiq runa
-ñuq'a manan kani q'ampiq-chu
-paykuna maman kanku ductur-kuna-chu

Manuel Macchiavello

Discurso en el Salon Dorado

Peru llaqta