lunes, 23 de junio de 2008

Alejandro de Andahuaylas, una voz profunda de nuestra América originaria

entrevista realizada por Ileana Gavinoser


Cuéntanos tu historia, todo lo que atañe a tu vida artística y personal.
Mi vida es una curiosidad. Yo soy peruano de nacimiento, andahuaylino, y por mas que mis apellidos digan lo contrario, mi rostro es la evidencia de mi descendencia milenaria. Por procedencia pertenezco a la cultura Chanka. Es decir: soy parte de la cultura andina.
Digo que mi vida es una curiosidad porque viví todas las formas de vida que se pueden imaginar: la pobreza, la riqueza, la ignorancia, la sapiencia, la vergüenza y el orgullo de ser lo que uno es.
La grandeza de mis antepasados es mi orgullo sin lugar a dudas, la ignorancia de mis padres, mi riqueza. Nunca me avergonzare en decir que soy hijo de una madre analfabeta y un padre agricultor, porque ellos representan al verdadero Perú, a ese lado del Perú que muchos peruanos miran de reojo y prefieren ignorarlo.
Yo me crié en el campo, entre vacas y ovejas, cosechando y escarbando la tierra tal como lo hacían mis ancestros.
Lo cierto es que recién en la escuela aprendí a hablar en idioma español. Por cierto, tuve dificultades, me valieron muchas humillaciones, las burlas de mis compañeritos fueron constantes, mi acento motoso les generaba risas y carcajadas. Y así, pasaron los años. Ahora, de grande veo que la mentalidad de la sociedad en nada ha cambiado. Continúan maltratándose, lastimándose y lo peor, avergonzándose de lo que son o de lo que fueron.
Con respecto a mi vida artística surgió de manera casual, la necesidad de mostrar y difundir mis escritos me llevaron a aprender el arte de la declamación. No quería que mis trabajos pasen inadvertidos. Y así, con mucha vergüenza me subí al escenario hace 5 años. Ahora, puedo decir que gracias lo que hago, mis trabajos publicados llegan a los ojos y los oídos de los que aborrecen y aman a la cultura andina, desde luego mis escritos tienen el sentimiento runa-simi o quechua.

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viernes, 20 de junio de 2008

Confesiones: El barro y la luz

Yo he nacido en Andahuaylas, en el viejo hospital en el que hoy funciona la DISAA A días de haber nacido me llevaron a la comunidad de Kakiabamba en donde me crié escarbando y cosechando la tierra. Mis padres son runa-simi parlantes por lo que mi primera palabra “mamá” fue modulada en mi lengua originaria. Afortunadamente en mi familia todos hablamos el runa-simi, del mas grande hasta el menor, inclusive mi hermana que padece el Síndrome de Down.

Aunque algunos de mis hermanos, como muchos en el Perú pretenden ignorarlo. Una lastima que mis sobrinos se educan con la mentalidad de que el Runa-simi es denigrante, de cholos y prefieren aprender ingles que hablar con mis padres. ¿Quienes tienen la culpa? Pues,la sociedad entera por permitir en sus hogares lo impersonal que ofrece la globalización.

Pero yo estoy agradecido a la vida, a Dios y a mis progenitores por haberme criado en el campo, con los campesinos. De ellos he aprendido bastante durante mi infancia. La honestidad por sobre todas las cosas.

Recuerdo que siempre fui curioso, meticuloso, algunas veces travieso y algo llorón, todavía lo sigo siendo. Nadie mejor que una madre para definir a un hijo. Según ella; soy débil pero, de corazón noble.

-Bueno, bueno. Es mi madre, pues.

Lo cierto es que a pesar de los años no he podido cambiar mi personalidad. Mi madre tenía razón: sigo siendo débil. Eso creo.

Considero que la mejor etapa de mi vida fue durante mi infancia, en el campo, en Kakiambamba y con la gente campesina. No tengo espinas ni vergüenza para contar esta parte de mi vida. Al igual que muchos de mi pueblo también fui pastor, agricultor, negociante y ganadero como mi padre.

Recuerdo que pasaba días enteros tras las ovejas y vacas en los cerros de Marco pata, Anyanusu; Pikipata, Aysaywayna. Ser pastor no es como imagina la gente de la ciudad. Requiere por sobre todo de responsabilidad. Desde chiquito me enseñaron a ser cumplidor. Por eso mi mamá me quería a su lado.

Cuando ya tuve la edad suficiente como para trabajar la tierra, mi padre se encargó de mí. Me regaló una lampa como para mi tamaño. También un pico pequeño que más bien parecía a un juguete. Confieso que mis primeras veces de labrador fue una tortura, siempre terminaba con las manos lastimadas. Me ardían hasta los dientes, el dolor me hacía sufrir, mucho mas cuando intentaba cauterizarla con orina. Lloraba de dolor. Y que nadie me diga que yo ya no soy cholo, sino cholito. Al diablo con todos. El diminutivo si que me molestan. Me saca de quicios.

Con frecuencia terminaba el día cansado, me dormía con mi pequeño cuerpo adolorido sobre pellejos de oveja que era mi cama. Así fue que me crié, en el campo con la gente campesina y runa-simi hablante, aprendiendo a vivir la vida de esta vida.
A la edad escolar me llevaron a Andahuaylas; a la ciudad donde había nacido. Un mes antes mi padre me matriculó en el colegio Juan Espinoza Medrano para estudiar en el turno de la tarde. Pero mi madre al no saber leer y ni escribir me llevó a otro centro educativo guiado por intuición que por conocimiento.

-¡Pobre mi madre!

Ella me llevo de la mano para que yo, al igual que mis hermanos tuviera lo que ella no tuvo, una ecuación. Lo recuerdo nítidamente. Aquella mañana me dejo en la puerta de la escuela de varones de la Av. Martinelli y me dijo:

-Sumaqcha q’ari warmacha, runtusapachay.

Era su forma de alentarme, de quererme, de engreírme. Después de eso entré a la escuela, al patio. Calladito. Era tímido, todavía sigo siéndolo. Seguramente miré a los de mi tamaño. Fui donde ellos con mi “usutita”. Todavía sin uniforme, recién me iban a comprar. Y bueno, en su momento protesté, lloré bastante antes de salir de mi casa.

En esa escuela estuve una semana como alumno anónimo. Sí, a ninguna sala pertenecía. No figuraba mi nombre en la lista. ¡Pobre niño! Sentían lástima de mí. Y yo. Calladito, por lo general con los hombros encogido me limitaba a mirarlos. Ciertamente no entendía lo que estaba pasando. Así que volvía día tras día, obedeciendo la orden de mi analfabeta madre. Hasta que el director de dicho centro educativo descubrió el error. Sin darme una explicación me trasladó al colegio Juan Espinoza Medrano del turno de la tarde que sería mi centro de aprendizaje durante los siguientes trece años. Digo trece porque ese primer año, no logré aprobar. Aquel primer año muchas veces quise olvidarlo. Pero ahora me doy cuenta de las falencias educativas en el Perú. En realidad la culpa lo tuvo el sistema educativo. Pero yo, sí pude vencer la maldita adversidad.

La humillación y la burla de mis compañeritos siempre fueron hirientes. Todo el tiempo me repetían mi condición de ser hijo de campesinos. Reían de mí al escuchar mi forma de modular el idioma que no era el mío. Nadie, ni mis padres imaginaron que 25 años mas tarde en mi haber tuviera tres libros publicados, otros tres esperando su turno para ser editados y cuatro proyectos a medio avanzar.

Caramba, qué recuerdos. Mi infancia, en sus dos etapas representa mi verdadera identidad. Es mi historia. Pretender olvidarlo sería como negar a mis padres. Ellos merecen que lo recuerde tal como siempre fueron, campesinos. Es de la única forma que la sociedad registre la grandeza de mis padres.

Para facilitar mi educación y el de mis hermanos, mis padres compraron un terreno con una casita provisoria cerca al colegio Juan Espinoza Medrano. En aquellos años, afines de los setenta, mi nueva vida en mi nuevo barrio no fue mejor ni peor a los de mi Kakiabamba añorado. Era diferente. Pero en tiempos de lluvia era parecido... Al no estar las calles pavimentadas, en mi barrio abundaba el barro horrorosamente.
Por muchos años en el barrio en el que vivía fue ignorado por todos los gobiernos municipales. A pesar de estar a unos pasos de la vía principal, toda mi infancia y parte de mi niñez no nos permitieron acceder a la luz eléctrica ni al desagüe. En las noches nos alumbrábamos y estudiábamos con mecheros, y cuando teníamos necesidades íbamos a las chacras de “la vieja hacendada”

-¡Qué horror para la vieja! La vieja se llamaba Donatila, Era mala como la mayoría
de su clase social. Ni modo, te trataba de sobrevivir en mi nuevo barrio que era marginal.

Anteriormente mi arrabal era conocido por el nombre de Cheq’o cruz. A los pocos que lo habitaban no les gustaba. Decían que era horrible, por lo que decidieron cambiarlo de nombre, por el de “Vista alegre”. Según ellos era más acorde, más bonito. Tal vez hicieron bien en cambiarlo. Pero si ahora me preguntaran al respecto, contestaría: me gustaba más su nombre en runa-simi. Yo hubiera preferido “Cheq’o pata”, por su toponimia y su estratégica ubicaron.
En aquellos años, afines de los setenta, eran pocos los que lo poblaban. Uno, dos, tres... doce familias con los Atao. Felizmente había chicos casi de mi edad. Jonatan, Cesar y El mimi eran mis mayores por dos años conocidos como los “Tricicleros”. Contemporáneos míos eran solamente las chicas: Ruta y la Rosita Vivanco, también mis primitas que vivían con mi abuela.

Me tenía que aliar a la banda de los “triciclereos”. Tricicleros porque todo el tiempo jugaban empujando y manejando un triciclo viejo que pertenecía exclusivamente a Jonatan, Atancha para los amigos. Ellos de alguna manera me enseñaron hablar el español pero, de manera inapropiada: con jergas y malas palabras (si existirán malas palabras).

Años más tarde llegaron al barrio nuevos vecinos: Los Quijano, los Mezares, los Huamán, Leonidas y Bernacucha Oscco. También la Yanetcha Mondalgo con su hermana Selmiracha.

-¡Qué años maravillosos, caramba!

Todo era divertido en ese barrio atrasado con respecto a los otros. El parque Lampa de oro, era un lujo. Muchas veces los vecinos no permitan otros niños de otros lares jugaran. Decían que hacíamos bulla. Sin embargo, sus hijos hacían de las suyas. Ellos, si tenían licencia. Sus hijos, en su mayoria pertenecìan a un grupo llamado Los Vikingos, eran conocidos por ser rokeros, pandilleros. Escuchaban Iron Maden, Metalica, ¡caramba, qué buena música! jejeje Por eso mismo yo quería ser Vikingo como ellos; como el Nayucha o los hijos del Turco Adaudba, por ejemplo. Seguramente no llegué a ser por carecer de muchos elementos, por mencionar: ropa negra y casacas de vaquero. Resigné ser un “usutero” pero con orgullo. Más tarde, con el tiempo seria mi vanidad. A pesar de mi pobreza resultó que tenía muchas riquezas. No era para menos ser descendiente de los valeros hombres que
hicieron grande a mi pueblo. Los chankas.

Qué más puedo decir de mi infancia. Entre el barro y la luz seguramente hay mucho más por escribir, pero por lo pronto es suficiente. Son las tres de la mañana y tengo sueño. Antes del punto final me despido con una reflexión.
“No permitamos que la vergüenza nos aleje de nuestro verdadero ser. Acerquemos a nuestra historia personal como una forma de resistencia”

sábado, 31 de mayo de 2008

tapa del libro nostalgias MIlenarias

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martes, 22 de enero de 2008

Entrevista realizado por Manuel Machiavello

En “Nostalgias Milenarias”, su último libro, el poeta Alejandro Enciso Altamirano reflexiona sobre identidad y cosmovisión andina en el mundo actual.

Alejandro Enciso Altamirano nació como escritor en el seno de la colectividad peruana en Buenos Aires. Sus primeros trabajos los hizo en esta ciudad porteña y siempre en referencia al poblador andino y al migrante peruano. Participó en varios medios de la colectividad dirigiendo, por un corto periodo, el quincenario Chasky News.

Vivió en Montevideo y Santa Cruz (Bolivia), lugares en donde pudo tener activa participación dentro de las comunidades peruanas. Justamente su poema Y dijimos vamos centra su atención en las peripecias que debe surcar el peruano que tiene la esperanza de llegar a Europa por la vía ilegal. Además, Enciso Altamirano tiene algunos artículos referidos a los abusos policiales contra peruanos en Buenos Aires.

Esta semana, la Editorial Dunken imprimió su último libro llamado “Nostalgias Milenarias” que, a diferencia de “Venas Ardientes” (el anterior), contiene más poemas referidos a la cosmovisión andina.

-¿En qué consiste este segundo libro que editaste?

En realidad es el tercero, “Yo nací con historia” fue la primera y pequeña publicación. Después estuvo “Venas Ardientes” y ahora vuelvo con “Nostalgias milenarias”, con el mismo género que las anteriores: la poesía o simplemente el lenguaje del alma. Siempre tomando como punto de partida la cosmovisión andina, donde el pensamiento y sentimiento del Ande retoma sus valores fundamentales del hombre, desde y con su propia esencia para enfrentar la confusión del ser ante una sociedad indefinida e impersonal como lo es el mundo contemporáneo.

-¿Por qué se llama "Nostalgias Milenarias"?.

Se sabe que el territorio del Perú actual ha albergado a culturas superiores, comparables por demás con las muy afamadas civilizaciones europeas y asiáticas. Cada pueblo del suelo peruano desciende de una cultura milenaria. No hay peruano que no sienta orgullo mayor de ser parte de la historia Pre-Inka.

Si hablamos del peruano que siente profundamente a esos territorios y esas culturas, notaremos claramente que hay una nostalgia por aquél ayer, donde el hombre después del respeto por la naturaleza, de sus Apus y de todas sus creencias, era el hombre.


Independientemente de si sus grandezas obedecieron a las armas, como en el caso de la cultura Chimú y Chanka, o si se basaron en la fe como lo fueron los Chavín o los Wari; lo cierto es que tuvieron su propia independencia, fueron dueños de sus propias costumbres, amos y señores, y no como los de ahora, indios pretendiendo ser gringos o peruanos teniendo vergüenza de ser peruanos, sin personalidad. Vivimos en una sociedad infectados por la vergüenza. Si estamos aquí, ya no estamos allá. Permitimos a otros que nos quiten lo último que tenemos: nuestra dignidad. Estoy convencido de que el hombre no puede perder la dignidad y la esperanza. Desde este punto de vista surge el libro “Nostalgias Milenarias”, primero aprendiendo y conociendo lo que es uno, en mi caso, conociendo primero mi historia personal, después mi historia colectiva, así intento retomar con orgullo mi grandeza tawantinsuyana y deseo mostrar al mundo lo que en realidad es mi pueblo, sin temores ni reparos, con un acento más bien diferente como lo es el acento runa-simi, el mismo que por añares permanece relegado y marginado por pensamientos y costumbres extranjeras.

-Este trabajo es más profundo en comparación con el anterior, noto una cierta madurez intelectual en tu actual trabajo.

A medida que pasa el tiempo inevitablemente también cambia el hombre, y si no nos adaptamos de acuerdo a nuestra edad biológica seremos parte de la mediocridad, del retraso, en otras palabras, en problema de la sociedad. El hombre solamente tiene tres edades: la niñez, la adultez y la senectud. Cada etapa es distinta a la otra, el grado de madurez va cambiando según pasan los años, ayer tuve la edad del hijo que todavía no tengo, hoy me codeo con la edad de Atawallpa y mañana más que seguro con la de mi abuelo que ya no está. Eso es inevitable.

En lo profesional, “Nostalgias Milenarias” me dió la posibilidad de escribir libremente mis pensamientos y sentimientos de hombre de treinta y pico, desde luego teniendo como punto de partida mi origen milenario, primero identificándome como descendiente de los Chankas porque nací en Andahuaylas, en el meollo de una familia humilde, exclusivamente de habla runa-simi, después como peruano y por último como hombre de todas partes.


-Aunque también escribes ensayos, novelas o cuentos, mantienes a la poesía como emblemática en tu literatura.

Quien dice ser escritor tiene que escribir tantas hojas le llenen las manos. Hoy soy poeta para el común de la gente, amigo para el amigo, también poeta y escritor, pero para que la gente entienda que soy escritor es inevitable que tenga que publicar también mis novelas. En este sentido, justamente mi próxima publicación será una novela “La tierra que dejé”. También estoy preparando otros trabajos llamados “La condena de la inocencia” y “Frontera sin límites”.

-¿Tendrás alguna presentación como lo hiciste con “Venas Ardientes”?

Al hijo hay que presentarlo en sociedad con rimbombancia, cada libro es mi descendencia, es mi orgullo, por ende debería tener una presentación ruidosa, pero no en vano tengo la experiencia. Se hará una pequeña presentación, tal vez muy pequeña pero significativa, pero tendré la oportunidad de estar con mis amigos que gustan de lo mío, donde yo seré yo para los demás y ellos intentarán comprender el significado de cada línea a través de sus preguntas. Además voy anticipando que ese día la poesía andina tomará su verdadera forma a través del runa-simi (quechua). Para aquellos que nunca me vieron, les digo que la poesía andina es la misma que conocemos a través de mitos y leyendas, siempre fue verbal, interpretativa, y yo soy de los pocos sino únicos en la Argentina que practican ese arte ancestral.

-¿Quiénes colaboraron contigo en esta edición?

En principio quiero agradecer a la vida por darme la dicha de tener la virtud de obedecer a mis sentimientos a través de las letras. Después mis agradecimientos son para mis seres queridos, que a pesar de la distancia aprendieron a confiar, a mi pueblo que sin conocer mi rostro me adoptó como su embajador; también a mis amigos, yo creo sin ellos nunca yo sería lo que soy: Alejandro de Andahuaylas. Todos ellos de una u otra manera aportaron a la gestación de este libro. Y no quiero aproximarme en nada al concepto ingrato, debo de confesar que somos dos los autores del presente libro, el señor artista plástico de origen Wanka, Edison Huaman (Apuchay), por tener la sensibilidad de interpretar mis poemas y regalarme una hermosísima tapa. También a mi colega José Zapata, quien es dueño del prólogo, y por último a un amigo, Alexis Macchiavello, por darse un tiempo y aportar con fotografías a “Nostalgias Milenarias”.

-¿Cuál es el mensaje que quieres dar con tu nuevo libro?

Lo mío es simple, siempre partiendo de mi origen, incentivar a cada hombre a formar su personalidad desde su verdad. ¿Y cuál es su verdad?: es su punto de partida. Un hombre sin personalidad es vulnerable, inclusive sumiso. Defendamos nuestra integridad tanto individual como colectiva entendiendo y comprendiendo nuestra historia.

Por ejemplo, si uno es cholo, con ganas tiene que ser cholo, si es negro, más negro tiene que ser, y que nunca cambie su alma a pesar de los espejos. Uno puede engañar a todo el mundo pero lo que no puede y no debe es engañarse a uno mismo.

miércoles, 2 de enero de 2008

"Nostalgias Milenarias"

Se sabe por demás el territorio del Perú actual ha albergado a culturas superiores, comparables por demás con las muy afamadas civilizaciones europeas y asiáticas. Cada pueblo del suelo peruano desciende a una cultura milenaria, No hay peruano que no sienta orgullo mayor de ser parte de la historia Pre-Inka, y sí se habla del peruano que sienta a esos territorios y de esas culturas notaremos claramente que hay una nostalgia por aquel ayer, donde el hombre después del respeto por la naturaleza, de sus apus y de toda su creencias era el hombre. Independientemente si sus grandezas obedecieron a las armas tal es caso de la cultura Chimú y Chanka, o si se basaron a la fe, como lo fueron los Chavin o los wari, lo cierto, es que tuvieron su propia independencia, fueron dueños de sus propias costumbres, amos y señores, y no como los de ahora, indios pretendiendo ser gringos, o peruanos teniendo vergüenza de ser peruanos, sin personalidad, como sociedad vivimos infectados por la vergüenza, o si estamos aquí, ya no estamos allá, permitimos a otros que nos quite lo ultimo que tenemos, nuestra dignidad. Yo creo y convencido estoy, lo último que el hombre debe perder es la dignidad y no la esperanza. Entonces desde este punto de vista surge el libro NOSTALGIAS MILENARIAS, primero aprendiendo y conociendo lo que es uno, en mi caso, conociendo primero mi historia personal, después mi historia colectiva, intento retomar con orgullo mi grandeza tawantinsuyana, y deseo mostrar al mundo lo que en realidad es mi pueblo, sin temores ni reparos, con un acento mas bien diferente como lo es el acento runa-simi, la misma que por añares permanece relegado y marginado por pensamientos y costumbres extrajeras.

Párrafo del prólogo del libro "José zapa"

Martilleo incesante de la palabra en dos lenguas. Como el río que corre por sus dos orillas. Pero uno en su discurrir por su lecho de sentido que lo encuentra en el camino. No se detiene, bulle, canta, invoca, silva. Y dialoga dentro de su ser invisible. Aguas que fluyen, desembocan, se mezcla con las de otro río como invención segunda. Y aún siguen su senda en busca de más sentidos. Río que se reúne con su símil en encuentro inatendido. Palabra que comulga con sus pares en busca de la completud del significado. La metáfora como horizonte. El símbolo como destino. Y la poesía –en suma- como Nostalgia Milenaria.

Nosltalgias Milenarias

Para Lombardo Mautino Ángeles

Cuántos años ha pasado
Cientos y ya no sé cuando.
Milenarios y ricos por historia
vivimos indigentes
sin tierras, sin nombre
y hablando otras lenguas
que condena el corazón.

Por decir ama q’echuaychu nos dicen quechuas;
los que se hacen arrebatar.
No hay ofensa peor
tildar quechua al Runa-simi.
nos cambiaron de nombre
rostros violando mujeres
por dios, en nombre de dios
y de su rey su crueldad.

Diariamente Tayta Inti nace
al morir entre chaskas.
Si fuimos grandes por qué somos pequeños
tal vez libres no somos
a pesar de nuestra libertad.
Esclavos por pagar cuentas
de tantos cacos conviven en nuestras sangres.

Pero quien soy
si tengo nombre no recuerdo
tengo sueños no despierto
dicen soy padre de mis nietos
Atusparia cayó luchando
También Uchuco Pedro
Por ser cobarde estoy viejo
Sin fuerza recobrando mis grandezas.

Wayq’epanaykuna, hermanos míos
ya no hay arcabuces que asusten
caballos también son mansos
problemas nosotros somos
indios pretendiendo ser gringos
avergonzados por espejos
muchos vivimos disfrazados,
y escondiendo verdades inocultas,
honrémonos somos Indo tawantinsuyanos,
color de nuestros suelos.

Taytallay almakuna
pantiun punkupi sayawaspayki
Wañuyta q’uwaranki
Manarak’ wiñayta tukuchkati
kanan punchaukuna tutakunawan
machuyasq’ataña tariwan
kausayta kutichipuwanampak’
willkaykunañacha apu runakuna kanq’a
wiq’iycunapa sutuyninwan
allpaykunapa muchuyninwan.
q’ayllas kausay yuyananchipaq.

"Padre de los espíritus
Tu me has buscado
Dándome muertes a la puerta del panteón
Aun cuando estaba por crecer…
Ahora ya de viejo me encuentras
En mis días que ya son noches
Tantas vidas para devolverme.
Sobre cada gota de mis lágrimas
Sobre lo fértil de mis tierras
Ya mis retoños vivirán por mí
Para recordar lo milenario que ayer fui."

Poesía andina: Espíritu

Alejandro en Imágenes

éstas imagenes corresponden a mi actividades sociales y culurales realizadas en el años 2007.
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e-mail.
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Pronombres del runa-simi

MODO AFIRMATIVO
singular
-Ñuq’a.. kani... yo soy
-Q’an... Kanki..tu eres
-Pay … kan … ella/el es
-Kay … kan … esto es (neutro)

plural
-Ñuq’ayku…Kaniku… Nosotros
-Q’ankuna…Kankichi..Ustedes
-Paykuna…. Kanku…. Ellos/ellas
-Kaykuna….Kkanku… Estos/tas

Importante:
* El pronombre ÑUQ’A termina en vocal, entonces se le agrega el sufijo YKU.
* Cuando los pronombres terminan en una consonante se le agrega el sufijo KUNA

MODO NEGATIVO
-Ñuq’a mana kani
-Q’an manan Kanki-chu
-Pay manan kan
-Kay manan kan-chu
-Ñuq’ayku manan Kaniku-chu
-Q’ankun manan Kankichi-chu
-Paykuna maman Kanku-chu
-Kaykuna manan Kanku-chu

Importante:
*Cuando el pronombre termina en consonante el modo negativo es MAMAN, MANA cuando termina en vocal, pero con algunas exepciones. Además al sustantivo se le agrega el sufijo CHU.

Algunos ejemplos
-q'an manan kanki-chu (tu no eres)
-q'an manan kanki q'elqaq-chu (no eres escritor)
-Ñuq’a kani ductur / q'ampiq runa
-ñuq'a manan kani q'ampiq-chu
-paykuna maman kanku ductur-kuna-chu

Manuel Macchiavello

Discurso en el Salon Dorado

Peru llaqta