martes, 15 de noviembre de 2011

Acerca de Anku Ayllu

Los dilemas de Alejandro:
¿Anku Ayllu es nombre de un individuo o de una comunidad?

El habitante de Andahuaylas es por demás orgulloso de vivir en la tierra que alguna vez habitaron los aguerridos Chankas, se sienten descendientes y, por su puesto; aguerridos, valientes e indómitos. Y así, lo demostraron en el último paro provincial en contra de la explotación de la minería y a favor de la vida. Pero ¿Cuánto sabe el andahuaylino acerca de su historia? ¿Realmente existieron Los Chankas? Y ¿qué me dicen de Anku Ayllu el mítico personaje que según la historiadora Maria Rostworowski que después del enfrentamiento con los Inkas vivió en cautiverio como trofeo de de guerra de Pachakutiq y que después, fue enterrado junto al Inka? ¿Existió realmente Anku Ayllu como individuo o simplemente era un personaje símbolo de la comunidad que lo representaba? Es decir, a la comunidad de los fuertes.

Acerca del nombre del personaje en cuestión se han dicho y se han escrito de diversas formas y maneras, de hecho, obedeciendo todos ellos a interpretaciones y pareceres individuales de cada historiador. Por ejemplo: Ancco Ayllo, Anco Ayllo, Anqu Ayllu, Anku Ayllu, etc. Evidentemente todas las mencionadas se refieren al mismo personaje.

Para despejar una pronunciación y desde luego una escritura más acorde al espacio geográfico tendremos que recurrir a la historia. El castellano en relación al Runa-simi es por demás nuevo  en el Perú. Y es de conocimiento general para el hombre andino que en el idioma de nuestros ancestros no es de uso las vocales abiertas (e, o) por eso, cuando un runa-simi hablante aprende el español comente "eso" que la mayoría dice “motoso” o “moteroso” o en lo viceversa (mi experimento es constante cuando le enseñó a mi señora hablar el runa-simi, en su dialogo impera las vocales abiertas en cada palabra que las pronuncia) Esta experiencia me arroja una sola conclusión para sentenciar la forma cómo se debe de pronunciar y escribir el nombre del supuesto mítico personaje, por supuesto, respetando el espacio geográfico y el tiempo en el que habitaron Los Chankas (antes de la llegada de los españoles). Ósea, sin la presencia de las vocales abiertas que son propias del castellano.

Teniendo en claro que las vocales abiertas son propias de la lengua española nos queda despejar lo siguiente: ¿Anqu Ayllu o Anku Ayllu?

De acuerdo a la etimología la primera palabra del nombre aparecen complementándose con la palabra Ayllu que quiere decir comunidad o familia. Por supuesto, de una sola casta. Este complemento inevitablemente conlleva a deducir que estamos hablando de una comunidad y su característica, ya que "Anku" refiere sencillamente a una de las partes más duras de la anatomía humana; los tendones. El tendón es una parte del músculo estriado, de color blanco, de consistencia fuerte y no contráctil, constituido por fibras de tejido conectivo que se agrupan en fascículos. Es decir, Anku Ayllu significa “familia de hombres fuertes”

Según esta deducción hace pensar que Anku Ayllu no fue un individuo sino toda una comunidad, de hecho, encabezado o comandado por un individuo que posiblemente haya sido Astuy Waraka o Tumay Waraka.

Que se entienda, que el jercito Chanka estaba compuesto por las dos confederaciones: Q'anan Chanka y Urin Chanka, y cada confederación compuesto por ayllus o comunidades de una casta, y dentro del ejercito, por su puesto, estaba la familia de los hombres fuertes. es decir, los ANKU AYLLUKUNA.

La pregunta por contestar es, claro, si acaso la deducción fuera certera ¿en qué parte de la provincia habitaron Los “Anku Ayllukuna”? ¿Será en el valle del Chumbao? ¿En la zona de chincheros? Aunque algunos ya se animan decir que fue en el actual distrito de Tumay Waraka y Uran Marka.

La conclusión sería que el Anku Ayllu individuo que conocemos por medio de las estatuas en los parques y en las historia escritas por filosofías foráneas, son meramente imágenes representativas de una comunidad. En este caso, de la familia de los hombres fuertes.

¿Ustedes qué dicen al respecto?

jueves, 10 de noviembre de 2011

El clamor de la papa

Me cortaron las hojas,
la flor de mis encantos
y el agua que respido.
A ahora vienen...
a negociar mi vida
y tu vida
... Soy la papa, el maíz y el olluco
sin agua ni una tierra fértil
mañana he de morir
seré escaso en la sequía
pisoteado
contaminado
por esos hobres que metal comen
seré también veneno
Q'amuy
q'inaspa ayariway
sunquykiwan uyariway
Nuq'awan Q'aparkachay
kausaymi kani
y no me dejes morir...
soy tu vida y no la muerte
soy la papa
el maiz
y el olluco
por eso diígale:
¡NO A LAS MINAS!
¡SÍ AL AGUA.!
¡SÍ A LA VIDA!
¡NO A LA MUERTE!

martes, 8 de noviembre de 2011

La voz Chanka también es del Perú

Líneas concentenciadas

AGUA SÍ, MINA NO, Es la voz popular

Al final la lucha ya no es parcial en Andahuaylas, ni el problema es solo de los campesinos. Después de seis días de protesta, la población urbana, se ha sumado a la reclamación campesina, porque la conciencia del campo es racional y legitima.
Es sabido ahora afortunadamente a nivel nacional que el problema surge a raíz de la presencia inescrupulosa de los mineros por ahora llamados informales. Lo concreto es que la mina formal o informal contamina, y esto es el meollo de la cuestión que cuestiona la población.

En el artículo anterior planteé formalizar la minería informal para competir con la formal QUE son nada menos que las transnacionales, pero ahora analizándolo bien, y queriéndome a mí mismo, me doy cuenta que mis alimentos no están hechas en base al hierro, al cobre ni al oro. Los alimentos parten de la tierra, y si la tierra no produce incuestionablemente habrá hambre, moriremos. Es este punto que recobra vida el grito del hombre campesino de mediana edad que supo decir con la rabia de sus entrañas que “prefiere morir luchando ahora que mañana de hambre”.

La contaminación, pues ha modificado radicalmente el comportamiento natural de los fenómenos naturales, en algunos casos, el invierno es verano y el verano es invierno, y las lluvias son apenas gotas de lágrimas. Ni hablar del deshielo de nuestra cordillera. Los cambios climáticos es sin lugar a dudas producto de la inconsciencia del hombre.

La minería es riqueza para las transnacionales, porque estos no tienen patria ni territorio, son de todas partes, pero para el poblador originario que vive de la agricultura es sin lugar a dudas el peor calvario, una cruz en el camino. Desafortunadamente La provincia de Andahuaylas al igual que muchas provincias peruanas aloja la mal llamada Riqueza minera, y para el colmo el gobierno central y las autoridades parecieran estar de la mano con la conveniencia minoritaria que le representa una riqueza apestosa producto de los tratos y contratos, y es por esta razón que a espaldas del pueblo hacen los convenios. Es más, ya están hechas todas las leyes de acuerdo a los caprichos del dinero y la ambición de los pobres y mediocres representantes del pueblo. El Perú como territorio requiere de la conciencia de sus representes, que planteen a que se reformulen las leyes promulgadas a favor de la minería. Como se darán cuenta esto ya no es un problema de los gobiernos regionales, ni de la centrales, es del congreso que como un ente fiscalizador del estado tiene la obligación moral de hacer bien trabajo. ¡Trabajen pues, carajo pensando en el Perú!

Andahuaylas pide, exige que las autoridades nacionales encuentren “La solución”, y no “una solución momentánea”, porque los problemas que arrojan las mineras son muchos y atentan directamente contra la vida. Y si los arreglos y desarreglos vienen desde el gobierno central obedeciendo conveniencias de terceros y de asquerosos políticos, no tiene sentido ser parte de un Estado corrupto, prefiero la ley popular y que los problemas se solucionen en casa. Al final de todo, Andahuaylas es de los andahuaylinos.

Démonos cuenta hermanos peruanos, el hombre es más importante que cualquier metal. Entonces exijamos a nuestros legisladores que revisen todos los contratos a favor de las mineras, que modifiquen y que creen nuevas leyes en beneficio del medio ambiente. Por lo pronto Andahuaylas pide no a la minería, ni siquiera es un cese, es un no, acaso no lo entienden señores del gobierno central. Peruanos, levántense, y escuchen la voz del pueblo Andahuaylino. No nos dejen solos, nosotros como peruanos también queremos vivir bebiendo agua limpia, consumiendo productos sanos. Apóyennos, porque en definitiva esta lucha es para todos.

Por Apurímac tenemos dos legisladores, Jhon Reynaga y Antonio Medina, disculpa si acaso escribí mal el nombre del primer congresista, es que todo lo que es foráneo me cuesta, por qué yo, si soy nacionalista sin ser parte del gobierno de turno. El pueblo ahora sí les pide conciencia y también sapiencia tal como se jactaron en las compañas, y que actúen con la rebeldía que caracteriza al pueblo Chanka, a menos que no sean Chankas.

Ser peruano es un placer, pero ser andahuaylino es mi orgullo, y la voz Chanka también es del Perú

Alejandro de Andahuaylas

La conciencia del Campo

Línenas concentenciadas:
A estas alturas de mi vida, ya no me sorprende. El campo es sin duda alguna, es la conciencia, la fuerza y la identidad colectiva del Perú. Y eso, que la mayoría no ostenta “títulos universitarios” como lo hacen muchos para decir que son “pensantes”.

Desde hace cuatro días, campesinos de diferentes puntos de la provincia ocuparon la ciudad de Andahuaylas con el único propósito de hacer valer sus derechos, derechos que en verdad, también es de la zona urbana, pero la gente de la ciudad, llamémoslo por conveniencia o cobardía no son participes de esta lucha. Según la inconsciencia no les incumbe, caso contrario, serían los primeros en levantar la voz. Apoyar con lo mínimo es lo que se pide en una lucha popular, adherirse aunque sea de manera simbólica.

Se sabe que el peruano andino tiene algo de cholo por más que lleve una zapatillas de esas marcas que prefiero no mencionar como para no hacer publicidad gratuita. Esas mismas personas son los primeros en mostrar la cara de indiferencia a nuestros hermanos campesinos, ni hablar de los ilustres ciudadanos que tienen la desfachatez de marginarlos. El peor discriminador de Perú es el mismo peruano. Esto producto de la vergüenza y la poca identidad como resultado del avasallamiento de las “nuevas propuestas foráneas” .

Señores de la ciudad, el tema de la contaminación ambiental no es problema campesina, es un problema general, y si no defendemos el derecho de vivir como dios manda, entonces vivamos como les da la gana a los mineros.

Yo estoy de acuerdo con una minera formal, que la explotación sea de manera más razonable y pensada, ¿pero quienes están capacitados para desarrollar este tipo de minería? Piensen. Solamente las transnacionales. Es decir, las empresas extranjeras. Las leyes nuestras en torno a la minería están hechas a la medida de ellos. ¿Y qué hay con los artesanos, con estos que llamamos informales?, pues, hacen lo que pueden, con tal de sacar ventaja individual, no les interesa ni siquiera el prójimo, mucho menos el medio ambiente. Pero tampoco la vida del peruano interesa al foráneo. Ejemplo claro y contundente es el Anta minas, que es un complejo minero ubicado en el Callejón de Conchucos, distrito de San Marcos, en la Región Ancash. Sin bien da jugosas regalías a la región, pero deja desolación, dolor en la tierra y por sobre todo la podredumbre de la tierra.

A todo esto, en el grueso de la multitud, ayer escuché una voz de un hombre campesino de mediana edad: “prefiero morir luchando ahora a morir mañana de hambre” me parece que esto es la esencia de esta lucha.

Los campesinos piden que el gobierno regional solucione sus petitorios, entre ellos el retiro de los mineros que solo dejan contaminación del agua y aire. Pero yo digo que el problema no es del gobierno regional, es del gobierno nacional. Es el ejecutivo que debe empezar a tomar las medidas a favor de la población. Y esta lucha, de la forma cómo se está planteando solo favorece a las transnacionales. Es más, diría que es obra de ellos.

Es de conocimiento que gran parte del departamento de Apurímac guarda en su territorio el cobre y el hierro, minerales que son de apetencia para las empresas extranjeras. Y no descartaría que tras esta lucha campesina estén estas empresas, porque a ellos les conviene que se combata y se aniquile a la minería artesanal o informal, es decir, pelearnos entre nosotros, de modo que tendría toda la potestad y la capacidad económica para explotar nuestra riqueza natural a gusto y antojo, y devolvernos como es habitual; en materia elaborada a precios inalcanzables. Recuerden, ellos son los llamados mineros formales, formales porque son protegidos por el Estado.

Como se dan cuenta, es un problema nacional, del ejecutivo. Y me causa extrañeza que nuestros representados que se hicieron llamar “nacionalistas” para entrar al gobierno no se den cuenta de este problema. De acuerdo a los principios nacionalistas no debería haber ni siquiera una duda en dar la prioridad a los nuestros. Es decir, a los mineros artesanales. Hacerlos formales, pero no certificando con un papel cualquiera, sino brindándoles asesoramiento, monitoreo constante como para que no atente contra nuestro medio ambiente, otorgándoles prestamos si acaso es necesario como para formalizar a los empleados, que trabajen en blanco y no en negro.

Pero la historia se repite, vale más la conveniencia individual. Total, estamos en un país de la supervivencia, en donde las oportunidades desafortunadamente se encuentran debajo de la mesa, con arreglos y sobornos. Y esto, es lo que nos hace ver la gente campesina, DIGNIDAD. Porque un hombre sin dignidad ya no es un hombre.

Andahuaylas está en lucha por todos, es un llamado a todo el Perú a levantar su voz, y pedir a Ollanta que cumpla con la promesa de nacionalismo. El Perú es de los peruanos y para los peruanos y no de los extranjeros, y esto el campesino lo sabe a pesar de no tener un título universitario, y aquellos que son “estudiosos” que la vergüenza lo salve.

Yo señores, hasta ayer no fui parte de la lucha, pero la voz ronca y cansada de los hombre de la comunidad de Cotawachu me hizo reflexionar y me uní a esta lucha que en definitiva es del Perú, pero de la segunda republica que está por nacer con la inagotable voz del MANPE peruano .

Andahuaylas 6 del 2011

lunes, 31 de octubre de 2011

Los dilemas de Alejandro: La Religión y las Bodas

La religión y las Bodas.


Se sabe que la presencia de religión católica en el Perú es reciente en relación a la existencia de los Apus de nuestros antepasados. La historia peruana dice que con la conquista de los españoles llegó la religión del cristianismo como también el idioma de los españoles como lo es el castellano.

De hecho, algunos idiomas de nuestros antepasados todavía prevalecen, afortunadamente. Sólo por mencionar, el Runa-simi, Aymara, Pukina, etc. Pero no corrió con la misma suerte la supremacía del Apu. La Santa Inquisición y la voluntad de la pólvora se encargaron de aniquilar a sus más devotos seguidores, y sus wakas (centros ceremoniales) fueron remplazados por una cruz no tan uniforme como la Chacana que era el símbolo de la espiritual precolombina. Etimológicamente la palabra Chakana proviene de “Chaka” y “q'anan”. Es decir, puente o salto a la espiritualidad.

¿Pero a todo esto, qué es el Apu? Era el creador del hombre, del mundo y de la vida. Este Dios fue adorado e idolatrado, y adoptó diferentes denominaciones según el lugar. Luego de este Dios, otros pueblos con el Inka tenían como dios propio al INTI, ya que ellos se consideraban descendientes de este astro.

Siguiendo la línea de esta crónica, puedo aseverar que no hay relación simbólica entre el culto a los Apus y al Dios cristiano. Por ende, el “pedrenuestro” y todas las plegarias de cristianismo según dice la lógica en el culto ancestral era totalmente desconocido.

En verdad, les digo, lo más importante es la fe de uno, no importa qué religión se profese, mientras se esté dentro de sus creencias todo es válido. Digo esto porque este último fin de semana asistí a un matrimonio religioso por demás atípico, y extremadamente original. Se trató de una boda con tinte ancestral, cuya presencia energética y espiritual era nada menos y nada más la voz diáfana del Apu que se lució en medio de la oscuridad y dio su bendición a la pareja contrayente. De hecho, más de uno, incluyéndome sintieron la presencia de una energía, en mi caso irradiando todo mi cuerpo. En verdad, no me sorprendió mucho, porque cuando niño, ya había experimentado la presencia de la energía y esa voz diáfana y pura con diversas tonalidades. A diferencia de mi primera experiencia, esta vez tuve muchos cuestionamientos por hacer, entre ellos, la harta presencia de las simbologías cristianas. A mi modo de analizar y ver estas vivencias desde el plano histórico y analítico, no me parece correcto, pero tampoco es incorrecto, no sé, es cosa de los hombres que tienen ganas de creer en algo que en verdad les haga sentir bien, y yo, les felicito por hacer realidad lo que en verdad quieren hacer y sentir.

A todo esto, también estoy por casarme con la mujer que amo, de hecho, llevó la religión cristiana por tradición, y si hubiera tenido la oportunidad de elegir, hubiera elegido de acuerdo a mis convicciones, y estoy convencido que mi fe a Dios no pasa por ir a la iglesia frecuentemente, por rezar tantos padrenuestros, por confesar mis pecados, no. Mi fe en dios se basa en creer que si hay una energía positiva, y está en todas partes: en la iglesia cristiana, evangélica, pentecostés, en el templo de buda, en la bizantina o en el cuarto oscuro que exige el Apu. Lo importante es la fe de uno, y la capacidad de saber respetar lo diferente, pero por sobre todo, llevar la vida teniendo en cuenta que el respeto al prójimo y el culto a un supremo es lo fundamental en la existencia del hombre. Porque no creo que mis antepasados que adoraron al Apu ccon Tiksi Wiraq’ucha estén en el infierno.

Y siguiendo con la reflexión cabe la pregunta ¿con cuál de las creencias religiosas me casaré? Tengo fe que hay un Dios y me protege, me guía y estoy seguro que cuando pase a la otra vida acogerá la energía que me acompaña desde el momento que vi la luz. En verdad, yo quiero la bendición simbólica de mi Dios y que LEGALICEN y AUNTENTIFIQUEN mi unión religiosa mis amigos, familiares y conocidos, como lo hicimos el domingo pasado con mi amigo y profesor Alejandro, y por supuesto, la presencia de un cura será vital en mi matrimonio.

Alejandro de Andahuaylas

jueves, 20 de octubre de 2011

Recuerdo y Sociego

Ayer, lo recuerdo muy bien, mi vida era un manto de penas empuñadas,
lloraban los pájaros,
las gaviotas, también mi corazón.


No había una alma que se me abriera,
corrían todos: el día, la noche, las estaciones y los años,
dejándome solo con la melancolía y varios vasos de cerveza amargada.

Pero un día, me senté frente a mis recuerdos,
encontré muchas bellezas,
con sus hojas de jazmín,
amapolas y flores de primavera en el invierno gris, y cruel para mi corazón.

Sí, es cuando me sentí casi abandonado, amargado.
Tomé varios tragos de desarraigo y no la insulté.
¡Calma corazón!
Huí por las calles a la cornisa de mis recuerdos, sin rencor solo quise volver…

Me quedé sin aire,
y es cuando te llamé como una bestia sofocada,
silencioso y sin verdugos siguiendo mis huellas.
Grité como gallo al amanecer
¡Vivir, vivir, vivir!
Al final, vivir es lo que todos quieren; vivir.

Mientras no sea sombra cotidiana de tus calles empolvadas,
no habrá apetito ni recobraré el aliento,
y si acaso vuelvo, yo he de ser agua de tus arroyos,
de la sed y de la sequía que no has de querer.

Pero, en mi cuaderno de extranjero,
tenía un sueño mucho más irritado,
y, grandes infamias socababan mis entrañas,
me aclamaba el demonio con sus autos de plata y acero para no dejarme partir…

No soy condenado, desterrado, soy emigrado,
y no llevo raros peinados, ni mi acento cayó con la che,
soy peruano con memorias al Tawantinsuyu,
 rojo y blanco adora mi corazón,
y mi alma cada día reposa en las aristas del río Chumbao.

Pues, sí, lo recuerdo muy bien,
mi vida era un manto de penas empuñadas,
lloraban los pájaros, las gaviotas, también mi corazón.
Y ahora, después de mucho,
vivo en la tierra que me vio nacer, crecer, y morir…

Andahuaylas 20/10/11

miércoles, 31 de agosto de 2011

Mariela Cusa y el poema Espiritu

Gracias a Mariela Cusa, mi espíritu es una canción, y soy feliz como cuando sé que amo a Marcela.

El poema espíritu fue escrito en Buenos Aires en octubre del 2007 como parte del libreto del espectáculo Rebrotes de Sangre con la agrupación PROYECTO SAMAY. Este poema fue motivo de muchas intepretaciones, presentaciones en varios escenarios, entre ellas en el teatro Empire, Centro cultural Borges, espacio Tucumán, etc.

Ahora, después de mucho tiempo, me doy con la grata sorpresa que se hizo canción con la dulce y melodiosa voz de Mariela Cusa. Compartámoslo.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El insendio de la Kurawa

Ocurre que cuando se es niño algunas veces el sentido del juicio se enfila por detrás de la travesura. No la he perdido nunca ni lo uno ni lo otro a pesar de mis años, todavía tengo alma de ese pequeño travieso que muchos desearían tener, tal vez, por eso escribo desde el fondo de mis recuerdos, mis remembranzas sin pecar con espesura.

Mi casa está en el barrio Chiq’u Cruz, en la actualidad conocido como Vista Alegre por la insapiente gestión de don Juan Ccoicca natural del la zona de laguna. Así como el nombre, pues, en mi arrabal todo ha cambiado. A priori, los espacios verdosos de aquel ayer son meros recuerdos.

Como en todas partes de la ciudad, también mi barrio está atiborrado de viviendas, hartamente poblado. Ya no es un arrabal con número de manos contados. Ahora, es, pues; una comunidad numerosa, una pequeña metrópolis dentro de una polis compuestas por tres bellos distritos, y que yace bajo las sombra del wayra-pata atisbado por el Waywaka.

Ayer por la noche hablé con un vecino que radica en una pequeña ciudad que pertenece a New York, Debo de confesar que apenas recuerdo la fisionomía de su rostro de aquel vecino, y no es precisamente por tener amnesia, es por la diferencia de edad. Yo, pues, cuando él salió de Andahuaylas, era apenas un warma, todavía un ñutisinq’acha. Sin embargo, le dije, sí; me animé que yo era el culpable del insendió de la curawa de la propiedad de su padre.

Debo de confesar que esperaba una respuesta alentadora, pero me dijo que el viejo está reluciente de memoria, y nada ha olvidado. Y yo pensé: felizmente ya me tiró chicote. El viejo es su padre de nombre Emilio, para todos don Emilio y para sus amigos, tambíen es don Emilio.

Ocurre que yo era especialista para los mandados. Quien sea podía contar con mis servicios para ir a comprar a la tienda. Desde luego que no eran gratuitos, tenía que ganar comisiones para satisfacer a los caprichos de mi estomago que de manera constante me pedía pan o en su defecto el fastidioso pero suculento chicle de 0.05 ctvs. Pero mi hermana Olimpia, ella muy viva, me daba el dinero justo.

¡Qué propina ni que propina! – así me contestaba cuando le pedía.

En estas condiciones, desde luego iba con desgano, a veces pateando latas, otras veces con mi trompo en mano, o en su defecto, con el jebe cazando pajaritos que habitualmente se paraban en los cercos atestados de tuna y anku kichka de Don Emilio o en la huerta de peras y manzanas de Don Salcedo.

El invierno en Andahuaylas es por demás lluvioso, por aquellos años, el Jr. Tupac Amaru, la Av. Hugo Pesse y el Jr. Los Chankas, pues, eran paisajes típicos de antaño: sin vereda y luz. De hecho que cuando la lluvia se insolentaba, además del barro se formaban considerables charcos de agua en la carretera. Y para ser honesto, empezaba a gustarme la lluvia, porque en aquel entonces estaba estrenando unas botas de jebe de color azul con rayas amarillas, que según mi padre debía ser para todo el año. Pucha, con esa advertencia ni pensar en jugar al futbol. El futbol era, pues, un privilegio sólo para mi hermano Juan, sólo para ése chuti que empezaba a ser conocido como “altacha”. Si mal no recuerdo, ya era suplente del equipo inter-escolar del colegio JEM de 1982.

La mayoría de las propiedades de Andahuaylas, también, en tiempos no muy lejanos se protegían con grandes muros hechos a base de barro conocidos como adobe, con alambres puntiagudos, o con cipreses especialmente concatenadas. Algunas propiedades, sólo para no decir: todas, criaban perros exageradamente lizos, rabioso, hambrientos, y deseosos de carne, preferentemente humana ¡cómo olvidar el perro blanco de don Manuel Hilares! si no se era hábil, de hecho que con gusto hundía sus enorme caninos en las escuálidas piernas de cualquier perezoso que merodeaba la propiedad. En cambio, el canino de don Emilio Mallma que de nombre llevaba “como tú” gozaba de una pasividad casi eterna. De todos los perros del barrio, “como tú” era el más manso, el más opa. Ahora que lo pienso, no tendría fuerzas por ser ya viejo. Lo concreto es que murió envenenado, nunca antes vi lágrimas igual de copiosas que de mi recordado buen amigo Kiko. Ahora que lo pienso y lo recuerdo pregunto ¿qué será de la vida de Kiko? Ni para tener consuelos con una descendencia de “Como tú”, el animal era castrado

¡Pobre animal, pobre perro, pobre como tú...!

Un día, y no sé de que fecha mi hermana Olimplia me mandó a comprar fósforo. Como siempre ella no me dio un sentavo para mi caramelo, pan o clicle.

- ¿y para mi caramelo? - le pedí, ella como siempre me contestó:
- ¡Qué propina ni que propina!

Salí de la casa con desgano, desde luego con la cabeza gacha y con las manos en el bolsillo. Bajé todas las graderías y al final, en la carretera me topé con Atancha Atau, mi buen amigo, y que ahora, en paz descanza.

-¿A donde vas? - me preguntó
-A la tienda
-¿A comprar?
-Sí.
-¿Qué?
Fósforos – contesté, y él me dijo:
!Ah¡ luego continuó su camino.

Tantas preguntas para decir “!Ah!” pero qué le pasa, qué se ha creido este won, me me dije, y preferí seguir caminando en dirección a la calle principal. En el trayecto, apenas llegando a la calle Hugo Pesse me topé con el perro de Kiko, con “Como Tú”, me miró, le miré. Es decir, nos miramos. No me ladró, pero tampoco movió la cola, nos pasamos con indiferencia. Total, qué me importa, es sólo un perro me dije, y apenas dando la vuelta de la esquina vi a don Emilio saliendo de su casa empujando una carretilla, y encima de esto llevando sus herramientas: Lampa y pico, tambien unos costales de rafia.

- Buenos días, señor. - le saludé.

Levantó su cabeza, me miró, pero no me contestó. Yo insistí, tampoco me devolvió el saludo. Pensé que no me había visto. No... !qué va!... ni que fuera invisible. No tuvo ganas. O derrepente tiene propblemas. Sí, es posible, porque un rato después escuché unos reclamos, era su señora. No sé, a mi mi padre me ha criado a su gusto y antojo, siempre me dijo: a los mayores se saluda aunque no sepas quién es. Con decir, que cuando acompañaba en sus caminatas de negocio, a todos los hombres que nos cruzabamos en el camino tenía que saludar en voz fuerte, sino lo hacía, me reprochaba o en el peor de los casos me jalaba de las patillas. El saludo no se gasta, así me decía.

-Señor... buenos días
-Ya te contesté, mocoso mañoso, así me contestó.

Después de eso, se me ocurrió correr hasta la esquina de la Av. Perú, y luego volteé. De hecho que no vi a nadie más que al Sr. Emilio empujando su carretilla, uno que otro pájaro volaba de rama en rama. El barrio Chiq'u Cruz por aquellos años era la barriada, el pueblo joven de Andahuaylas. No teníamos luz eléctrica, tampoco agua potable, por ende no había nada de alternativas de juegos electrónicos. Qué más, y nada. Miraba TV por las rendijas de la ventana de la Sra. Dina, pero cuando ella se enojaba, nos ahuyentaba con agua fría. Qué tiempos aquellos. Yo no fui pobre ni mendigo apesar de mis retazos cubriendo mi alma, siempre fui aguerrido, chanka, y viví bajo el amparo del Waywaka con el Wayrapata. Una vez en la esquina no hacía falta mirar arriba ni abajo, no había muchos carros, y los pocos que habían pasaban cada tanto. No babía necesidad de un semáforo. Luego me dirigí derecho a la tienda de la señora Elena. En dicha tienda ayudaba aveces su madre, no recuerdo cómo era su nombre. Esta señora siempre que me veía gustaba de mis ojos y me decía algo así como “paq'u warmacha, tiru ñawicha”, y yo, sonrrojado escapaba, evitaba de comprar allí, con tal de no pasar vergüenza me iba hasta Lampa de Oro a la tienda de la Sra Vergara o en su defecto a lo de la Sra Ochoa.

Bueno, el hecho es que ese día en particular, compré el fósforo de la tienda de la Sra Elena de Perez, luego salí con desantados pasos hasta la esquina, desde donde nuevamente miré hacía mi barrio, ya no vi a nadie y a nada, había tanta pacibidad que sentí la necesidad de hacer algo para cambiar el ambiente y mi estado ánimico.Miré el huerto del Sr. Salcedo, apetecientes frutas colgaban de sus ramas, tiré unas piedras, algunas cayeron hacia la carretera otras a la chacra. También esa huerta como de otros era cuidado por enorme perros, de hecho empezaron a ladrar, y por temor a ser descubierto corrí unos varios metros hasta cruzar el lindero. Pasé sin mayores sobresaltos por la casa de don Emilio, pero su propiedad era, pues, hasta la esquina de la prolongacion del Jr. Tupac Amaru, todo el perimetro era un cerco de adobe, la pendiente estaba protegida con paja y sobre esta, hechaban mucha tierra. En algunos sectores sobre el mural plantaban tunas, también el Anku-kichka, ambas eran plantas espinozas espacialmente para la proteccion de las propiedades, tanto de animales como de malechores.

Apenas cuando pasé por el portón que era de lata de la casa de don Emilio, me vi sólo, con libertad de hacer cualquier cosa, tenía el fosforo en mano, iba jugando, aveces tirando arriba, otras veces adelante y contando los pasos. Uno, dos, tres... uno, dos tres... y así, hasta cansarme. De pronto, no sé por qué. Pero dicen que elgún momento te gana la inconciencia. Y yo, no iba ser de la excepción. El primer fósforno que prendí sobre el mural no orogresó, de imendito lo apagué, tambén en la segunda, pero la tercera me ganó. El fuego empezó a correr con agua en una canaleta vertical, no puede contener, dominarlo, se propagó por todo el mural y con ello, la humareda se levantó como polvó con el ventarrón.

En verdad, quiero pensar que la mirada que tengo al recuerdo no es una mirada agonizante, digo, para no pecar de áspera ni rugosa, ojalá que su espesura sea grato y dulce en la añoranza para algunos y admiración para otros de lo que fue mi bello arrabal de aquel ayer y de mis travesuras. Lo concreto es que ese día la travesura me constó la quema de todo la Curawa del mural que recientemente habían cambiado. Como era de esperar, y es propio de un niño, me invadió el miedo, y con el miedo las ganas de correr, de escapar, si es posible de metermen bajo tierra, lo único que logré es llegar sano y salvo a mi casa, tratando de pensar que no había pasado nada. De hecho, mi rostro evidenciaba algo de culpabilidad.

-¿Que te pasó? Me preguntó mi hermana ni bien le alcancé el fósforo.
-Nada, contesté con innegable preocupación.

Luego salí corriendo hacia el corral desde donde observé el desastre. Todavía seguía la humareda y al rededor varios hombre tratado de apagar el fuego con tierra y agua. Me quedé acurrucado por varios ratos en un rincón del corral, pensando y mirando cómo se alimentaba el chancho. ¡Qué sucio es el chancho, por Dios que sucio que es! No importa qué come, lo que importa es la delicia de su carne !Añañauuuu!, pero cuanto más pensaba recordaba mi culpabilidad. A esas alturas sólo tenía una cosa por hacer: Rezar para que nunca descubra quién fue el maldito que quemó la curawa del mural.

Se dice que no hay crimen perfecto, y mi travesura tuvo pocos minutos de impunidad. Con unas preguntas en el vecindario supo quien era el causante.

- Fue así que descubrió:

- Oye, chiquito ven, don Emilio llamó a Atancha mientras jugaba con su viejo triciclo en las inmediciones de su casa, y depués preguntó ¿Has visto quién quemó todo esto?... ¿has visto?
- Yo no hey visto nada, señor, contestó Atancha.
- Sino has visto a nadie es porque tú has quemado.

Atancha sintió la acusación tal si fuera culpable.

-Yo nohey sido, señor, yo no...
- Entonces, ¿quién ha sido?
-El Aly estaba yendo a comprar fósforo, segurito que ése ha sido.

Don Emilio no dudó, toda su amarguro dirigió hacia mi casa. Subió las tantas graderías que hay de la carretera hasta la puerta sin inconveniente. Ya ni tocó la puerta, entró derecho hasta el patio interior.

- ¿Dónde está? Preguntó ante la átonita mirada de mi hermana.
- ¿Donde está quien, señor?
- ¿Donde está que le voy a matar?..¿Dónde está el malcriado de tu hermano?
- Se fue a Kakiabamba, contestó ella sin saber de quién se trataba.
- Yo no busco al futbolista, yo busco al malcriado de Alycha. A ese que a ido a comprar fósforo e insendió mi casa, ¿dónde está?
- ¿Insendió tu casa?
- No te hagas la que no sabes, pero no importa... sólo en dime dónde está...
- No lo sé, señor, Emilio... cálmese, señor Emilio, cálmese, por favor...
- Llámale, ahora, llámale, búscale...

Desde el corral escuché el llamado casi desesperado de mi hermana, en realidad todos escucharon: Los vasquez, Los Loayza, los Vivanco, Los Góngora, Los Mezares, todos. También los perros empezaron a ladrar, felizmente solo ladraban. Para mi tranquilidad días antes no había escuchado ningun aullido. En el barrio no habría muertes, a lo sumo unos látigos.

- ¡Qué! - contesté.
- Ven, alguien te busca.

No hacía falta tratar de adividar de quién se trataba. Regresé a donde estaba mi hermana sabiendo qué me esperaba.

- ¿Quién me busca? Pregunté sólo por las dudas, para disimular...
- ¡Yo! Me dijo el Señor Emilio. En realidad me sorprendió, me agarró de unos de mis brazos y me llevó a un lado.

Mi hermana ya no dijo nada, tampoco hizo nada. Me entregó a las manos del señor Emilio a pagar todas mis culpas. En realidad la última travesura. De las otras, mejor olvidarlo, las pagaré en otra oportunidad, también las conataré.

Luego sacó un látigo de cuero, de esos que se hacen llamar San Martín, tenía cuatro ranuras y con un nudo en cada punta. No sé cúantos, pero fueron varios que lastimaron mi cuerpo. En verdad les digo, hizo bien el señor Emilio, actuó bien. Y por eso mismo digo: a látigazos aprendí que no se debe de jugar con fósforo. Es un peligro, yo la saqué barata, felizmente no hubo víctimas que lamentar, sólamente se perdío un día de trabajo.

Déjenme recordar, me marché de mi barrio a la edad de 17 años, y después de casi 20 regreso, además de encontrarme con un paisaje diferente tengo que acostumbrarme de llamar a mi añorado Cheq'u-cruz con Vista Alegre, y como si fuera poco, al añejo barrio de kichka-pata lo quieren cambiar con la de José María Arguedas argumentando que es la zona en donde dio sus primeros pasos el genial escritor. Kichka-pata es más antiguo que Arguedas y el nombre obedece netamente a la cosmovisión Andahuaylina. Respetemos nuestra escencia, y no entremos socialmente al cuadro de la imitación. Quieran o no, la escencia Andahuaylina es runa-simi. Aceptenlo.

De hecho, todo ha cambiado en mi barrio, por su puesto, para bien, hay luz, en todos lados, también agua potable. Las calles estan pavimentadas, “eso de sin vereda y sin luz”, es meramente una prosa para la añoranza, una prosa de antaño. No hay un espacio verde, hay casas, muchas casas, algunos de cuatro pisos, y todos hechos a base de ladrillo y cemento ¿y, el adobe? Eso eran antes, de campesinos, suelen responder. Pucha, tendré que adaptarme, pues, a la nueva propuesta de urbanizacion de Andahuaylas.

Claro, desde luego que la gente de ayer, los que quedan están más viejos, Mis padres rondan las 8 décadas, tambien el Sr. Emilio. Otros ya no están. Que en paz descanse los señores: Nazario Atao, Donatila Medina, Sr. Mezares, mis abuelos, mi tio Eusebio, Los esposos Hilares y su hijo David, también mi buen amigo, Jhonatan. En verdad, ruego para el descanso de sus almas y que Dios nos proteja a todos los que vivimos bajo la falda del wayrapata.

De aquel cerco incendiado, de la misma que me valió varios azotes, ya nada queda, ahora la cuadra es una cuadra próspera, de puenta a punta. En lugar donde crecía plantas de pera, manzana y ciruela, está acentada varias casas de dos pisos y una clinica de obedece al nombre de Hampina Wasi. Hay dos bedegas, una de ellas de la Sra Maxi que es la hija mayor del Sr. Emilio y la otra, no sé de quién será.

Como punto final, con frecuencia me encuentro con el Sr. Emilio, y como siempre, fiel a la enseñanza de mis padres, le saludo, ya casi no me recuerda, mejor asi, porque si lo hace, es capaz de azotarme, era bravo, supongo que todavía sigue siendolo, es mejor no recordarle quien soy, prevenir para no lamentar, ¿no les parece?

Alejandro de Andahuaylas

Los dilemas de Alejandro: ¿Tu gato o los cuyes de tu abuela?

Hace algunos años como para no decir muchos, tuve una experiencia por demás dramática en relación a la crianza del cuy. Se sabe que la alimentación de ésta especie es el pasto verde fundamentalmente. Algunas veces se puede complementar con granos para que tenga mayor energía y un rapido crecimiento. Pero, hay que tener mucho cuidado con algunas plantas que a veces resultan nosivas para el cuy, por ejemplo: La cicuta (llama-q'ura), Cola de caballo, mostaza, peregil, etc. que en muchos casos vienen mezclados (camuflado) en el pasto o la alfalfa.

Aparte de las plantas nosivas, también los gatos son entes que influyen en su exterminación. Muchas veces los felinos domésticos se los come a los más pequeños, preferentemente a los recién nacidos. Siempre lo supe, y ahora también lo sé. Si fuera huachano, no me importaría, al final, también me los comería. Es de conocimiento que en la zona de Huacho (Perú) el plato típico es en base al gato techero.

Lo concreto es que hay un gato que está comiéndoselo a los cuyes de mi madre, este felino es de color negro, y sé de quién es, como también sé cómo se llama. Mi dilema es ¿Le doy veneno o no?

La cuenta que llevo es más de 10 cuyes muertos, claro, esta cifra no alcanza todavía al de mis recuerdos, ocasionados por una dejadez.

Como simpre y desde hace muchos años, mis padres siguen alternando su residencia entre Kakiabamba y Andahuaylas, ahora que estoy de vuelta después de muchos años ami tierra, sigo haciéndome cargo de los cuyes de mi madre. Y a ése gato, le tengo entre ceja y ceja. Sino le mato, comerá a todos los cuyes.

Es sabido que la caracteristica de un niño además de ser inquieto es, pues, sin lugar a dudas irresponsable. Con tal de tener más tiempo para jugar cualquier cosa es lo mismo. En aquellos años, vivía algo cansado de tener cuy para la crianza, porque representaba darle su pasto todos los días. No siempre hay alfalfa en la chacra. En estas circunstancias salía a buscar a donde sea, preferentemente a las chacras de la vieja hacendada. Siempre yo. Eso de ser el menor de una familia numerosa es fastidioso, todos quieren mandar, y para el colmo, mis padres tenían el pensamiento de que al mayor se lo respeta.

De esos pensamientos familiares mi hermano Juan era el que más se aprovechaba. En verdad, era el rey de la casa, el más-más, el intocable. En otras palabras el más ocioso. Para sus hermanos menores su palabra era ley, de no hacerle caso, aveces con gritos, y algunas veces nos golpeaba sin pudor. De cualquier modo se hacía respetar. Claro, toda la injusticia mientras mis padres estaban de viaje por Kakiabamba.

Mi primer dilema en torno a los cuy empezó una mañana de un día lunes. Sí, lo recuerdo como si fuera ayer. Mis hermanos mayores ya se habían ido al colegio, quedaba solamente mi hermana Olimpia que recien tenía dos días de retorno en Andahuaylas. Ella, en aquella ocación había viajado al Cusco a postular a la universidad Mayor San Antonio Abad. No estoy seguro si esa vez habría ingresado, lo más probable es que no, digo, porque tenía un enojo con todo y con todos, y para el colmo aquella vez, mi madre le había encargado mi cuidado. Es decir, a ella le debía respeto y obediencia. En caso de faltarle, ella tenía la potestad de aplicar cualquier sanción, por lo general era la golpiza.

Valgan las verdades, cuando se es niño se olvida de las responsabilidades. Aquel día lunes mi responsabilidad era de cortar alfalfa en la chacra que mis padres arrendaban. Después, limpiar las malas hierbas que habitualmente son nosivas.

Para el conocimiento de muchos, yo creo que al igual que los bebes, tambien los cuy lloran por llorar, mucho más cuando se trata de comida, se desesperan; hacen ruidos ensordesodoras, hasta por las puras. En esas circunstancias cualquiera piensa que tiene hambre, con tal de no escuchar esos gritos aunque sea sucuta.

Cuando me llamó desde la puerta de abajo mi amigo Atancha acababa de regresar desde la chacra con la alfalfa para los cuyes.

- Vamos a jugar al columpio, me dijo.
- Espérame un poquito le contesté, todavía tenía la manta de alfalfa en mi espalda.
- Apúirate, antes que nos gane los Gutierrez y su amigo el Ucuchka.
- Primero daré de comer a mis cuyes
- Ya, pues...

Si había algo que en demasía me gustaba era jugar al columpio, pero no de esas clásicas que se conocé en los parques. Este columpio era montado en una de las plantas de Lambras que abundaba al costado de la parte de atrás del colegio Juan Espinoza Medrano, y que tenía un crecimiento oblícuo, más o menos con una caída de 45 grados. Especial como para imitar los saltos de Tarzan. Lo mucho que gustaba jugar en este columpio es de no poder creer. Era, pues, una especie de ritual de iniciación en el mundo de “Los macho del barrio Cheqo Cruz” (Vista Alegre), sólo para aquellos que por las venas corrían sangre aguerrida, sangre Chanka. Nos aventábamos desde la sequía sujetado a una soga de paqpa (cabuya seca) y se iba 30 metros derecho al abismo.

-!Auwawaaaa...!

Saltaba uno, después el otro, y así; toda la mañana. De hecho que hubo accidentes. El Mimi fue uno de los desgraciados, no pudo sujetarse de la soga y voló como pajaro sin alas aproximadamente 50 metros. Afortunadamente cayó sobre un amontonado de chala. Tuvo lesiones leves, pero ya nada fue igual para él. El susto que se llevó repercutió mucho en su personalidad, se hizo cobarde, miedoso. Su madre comentaba a las madres del barrio el problema del Mimi: decía que en las noches deliraba, algunas veces se orinaba, lloraba y no podía dormir.

-Mancharikunmi, insistían las vecinas
En efecto, su problema era el susto. Aguita de Carmen para el susto le recomendaron.
-¿Dónde lo compro?
-En la tienda del Sr. Salas, en la amargura.

Me dirigí hacia la puerta de la cocina llevando el alfalfa. No estaba nadie en la casa ¿dónde se habra ido Oly? Me pregunté. Seguro donde Rene Carhuas, su amiga. Después puse en el suelo, cerca a la puerta de la cocina mi carga de pasto verde. Los cuyes al darse cuenta gritaron con desesperación, de prisa separé un manojo y lo dí de comer sin revisar las hierbas nosivas. Luego salí en dirección al depósito a sacar la soga, después me alejé de mi casa.

- ¡Espérame, Atancha, Espérame!

Nunca las podré explicar el por qué no cerré la puerta de la cocina, como tampoco por qué no limpié la alfalfa. En este caso, había mucho de la llama-q'ora que es hierba venenosa para los cuyes, tambien para los animales grandes como los vacunos y equinos. Tal vez sí, ¿Por jugar?... a lo mejor, lo cierto es que El Atancha no estuvo para defenderme cuando mi hermana Oly me dio la paliza más recordada de mi vida.

Tal como me dijo, cuando llegamos con Atancha a donde se juega al columpio, El Mimi ya se había apoderado por el resto de la mañana del árbol inclinado. Los Gutierrez y el Ucuchka reclamaban con hambre de querer pelear, pero cuando arribamos, y vieron al fortachón del Atancha alistar sus puños, se alejaron en silencio y cabizabajo como perros con la cola entre los rabos.

Nos turnamos varias veces hasta cansarnos de jugar, así vimos pasar el primer recreo del colegio, también al sol cuando llegaba al medio día. El nivel primario del colegio funcionaba en las tardes, de 1:pm hasta las 5,30pm especificamente. Valgan las verdades, perdimos la noción del tiempo. Sino hubiera sido por la responsabilidad de Bernacucha Oscco y su hermano Leonidas que siempre iban al colegio una hora antes, hubiéramos pensado que estábamos de vacaciones.

- ¿No se habrán caído de la cama, no?
- Ya son las 12 y cuarto, cosntestó Bernacucha ante la chanza del Mimi.
- No jodas...
- Mira el sol en donde ya está...

De hecho, primero nos miramos unos a otros, después corrimos cada uno a nuestras casas. Yo creo que ninguna familia tolera la dejadez de los hijos. Afortunadamente no tenía pendientes con la tarea, y eso, no era mi preocupación. El problema era mi hermana. Tal como mencioné párrafos más arriba, a ella debía de dar todas las explicaciónes. Mientras corría hacia mi casa rogaba para que no esté en casa, aunque se sabía que era en vano, Dios no está cuando más lo necesitas. Cuando llegué además de encontrarme con una hermana por demás enojada, por la puerta que no dejé cerrada habían salido los cuyes a comer la lafalfa entremezclada con las hierbas venenosas. El resultado fue varios cuyes muertos y otros tantos agonizaban en el suelo.

Nadie me ayudó a pedir clemencia, ni a soportar el dolor, aguanté las porras de mi hermana sin gallardía, grité a más no poder, y como si fuera poco, la carga de ser responsble de la muerte de los cuyes me atormentó varios años, creo que hasta ahora me sigue atormentado. A todo esto, yo pienso que en el patíbulo de los acusados, de hecho, la prudencia hubiera tambien acusado a mi hermana, pero eso, nunca pasó.

Obviamente se tenía que salvar a los cuyes que aginozaban, no sé de dónde pero, apareció el dinero para comprar los remedios, con algo se tenía que curar, ¿con qué?.. no lo sabía, qué mejor preguntar al veterinario. Me mandó a la veterinaria que en ese entonces estaba en una de las esquinas del antiguo local del colegio Belen de Osma y Pardo, era medio día y para mi mala suerte estaba cerrada, ¿ahora qué hago? ¿lo espero o no? Sino llevo los medicamentos se mueren todos, ¡Ay, mamita querida! Nunca se apareció el veterinario. Decidí regresar. En vista que todavía no había almorzado tenía mucha hambre, ustedes saben cómo es eso de sentir hambre cuando se es niño, aveces no conoce de razones, decidí comprarme pan con gaseosa, ¿y los medicamentos? ¡Qué me importa! Total, los cuyes no son míos, son de mis padres. Me los gasté casi todo el dinero que era para salvar la vida de los pobres roedores más famosos del Perú que habitaban en la cocina de la casa de mis padres. Ese dinero equivalía... a ver, a unos 10 soles de ahora. No recuerdo qué más compré, lo concreto es que lo que me sobró no alcanzaba para nada.

A esas alturas, estaba realmente por demás complicado. No hacía falta enumerarlas, de seguro que los cuyes murieron, sin dinero y con una falta al colegio mi vida había entrado al cuadro de los desesperados. Por miedo a más golpizas, decidí no volver hasta la noche. Pasé una parte de la tarde en el parque Lampa de oro, y después me fuí hacia San Jerónimo a esperar a mis padres. Hasta lo última gota de la tarde esperé en la zona de Rosasmayu, nunca llegarón. Regresé a casa, desde luego atormantado, con miedo a mi hermana. Primero llegué a la parte de atrás, después, de a poco me aproiximé hasta la cocina. Cuando me vieron casi todos se alegraron, menos mi hermana, me pidió el diero, no supe qué contestar, otra vez más, me pegó, y nadie dijo nada. Sólo aguanté el dolor, y qué dolor.

Al día siguiente llegaron mis padres, mi queja no alcanzó para nada, también me resondraron al ver una merma total en el conjunto de la crianza de los cuyes.

Con lo que me gusta la carne del cuy, por mucho timpo no comimos en pepeya ni en chaktado.

Cuando estuve lejos, extrañaba mucho los platos elaborados en base al cuy. Como era de esperar, apenas arribé a mi pueblo, mis padres hicieron preparar uno entero con papa y ensalada. No puedo describir las delicias de su carne, sólo puedo decir es la mejor de todas las existentes, y por esa misma razón, cuando mis padres se van de viaje me encargo de darle de comer, todos los días. Y es por esto, que me siento parte de esta crianza, y por lo mismo tengo este dileme ¿qué hacer con ese gato?.

Ése felino es de color negro y se llama Salen, y para el colmo es de mi sobrina. En verdad, quisiera que haya otras alternativas, o es el gato o son los cuyes. En cuanto a ventajas nada está en discusión, los roedores aportan mucho más que el animal de mi sobrina. ¿Díganme qué hago?, quiero soluciones. En primera instancia pensé hablar con mi sobrina que de nombre lleva Almendra y tiene 19 años, qusiera plantearle la situación. Estoy seguro que ella va elegir a su animal, porque para ella es su hija, esa es la forma cómo lo define: mi hija. Por otra parte, el esfuerzo que mis padres ponen en la crianza de sus animalitos es como para no considerar otras alternativas. Ellos, apesar de sus años piensan en cómo y con qué agazajar a sus hijos cuando van a visitarla.

Sino tomo medidas drásticas, en pocos días más, no quedará ni un solo cuy por causa de Salem.
Bueno, Almendra, ¿tu gato o los cuyes de tu abuela?
¿qué me responderá?
¡Uy, Qué problema!
¡Qué dilema!

Alejandro de Andahuaylas

domingo, 3 de julio de 2011

Mescolanza peruana

Kaymi poesía
runa-simi rimay poesía
sunq'upa rimaynin
miski kaq rimay
Poesía.
Y voy a contar lo que en mi llaqta suele pasar
Hay confusión
mucha confusión
La mayoría son lo que no son
pregona la imitación
avaricia
la ventajería, es, pues, de la supervivencia,
taitallay.

El español, todo bien
el Ingles es OK
¿y el runa-simi?
no lo conozco
es de cholos
de ciudadanos "de segunda categoría"
!Al diablo con Alan Garcia!
después de tí
tobo bien, Sr. de las amnesias.
Así es la mentalidad
de este pueblo rico por historia
y pobre con su historia.

¡Déjate de joder.
Esto no es poesía! - dirás
y qué
hay música y mis palabras suenan
cantan
también lloran...

La verdad es
lo que mis ojos ven
lo que mi alma siente
y mi corazón...
corazón
¿y qué hay con mi corazón?
¡Ay, mi corazón!
waq'aylla waq'aq corazón
eso es la verdad...

El perú es una mescolanza de todo un poco
un poquito de pescado
limones con algunos dientes de ajo
cebolla
también rocoto o ají molido
es necesario el culantro
Un toque de sal y pimienta al gusto.
Así es el Perú...
como los ingredientes para el ceviche:
Costa cierra y Selva
runa-simi, aymayra español
como dije, el inlglés está Ok
el español también
pero déjense de joder
El Perú nació serrano
runa-simi
bien runa-simi, carajo.
¡Ups!

miércoles, 8 de junio de 2011

Sondor rumi q'atapa munayninkuna

¿Yuyachkankichu Sondor rumi q'atata?
¿Waku-kuritari?
¿Apu-timani q'atatari?
Sapa tutan tuparq'a achikywan
kusisq'a.
Puyupas sumaq chukcha q'ina mastakurq'a
paranampaq
Alalay-patamanta Tuqtu-patakama.
chaynataqmi sullakunapas chillpirq'a
Muckanimanta uku Askipatakama.
chiriraq, q'uñiraq
sarakuna sumaq chuqllu wiñanmpaq
sapa kuti...

Imapaqraq riksirq'ayki Sondor rumi q'atallay
imapaqraq...
mana riksiruykiman karq'a
piraq kayman Sondor rumi q'atallay.
Ñaupa runakuna Q'ayllasmi ripurunkuña
watakunawan machuyasq'a
¡Arí taitay...!
Machunkuna maqtalla kutimunampaq
purmasq'a allpakunata tukuy tarpunampaq

¿Imataq chay?
urpikunan muyukachachkan Sondor rumi q'atapi
allin ñaupa kausay yuyananchispaq.
!Ama pinq'ay runa kauchu¡ -nispa pawachkan.
Pinq'ayqa maulapa sutinmi
chay yachaspayki q'uqariy takllata
allpapi wachu ruwanaykipaq
sumaq Chaskakuna wiñanampaq
musuq parawan paq'arin apuy kanampaq...
paq'arin kanampaq
Apu kanampaq...

Llaqtamasillay...¿Yuyachkankichu Sondor rumi q'atata?
¿Waku-kurita q'atata?
¿Icha Apu-timani q'awana patata?
Ñaupa sapa tuta tuparq'a achikyaywan
kanampas tupanq'a achikyaywan
kusisq'a...
Kusiq'a tusunanchipaq
sunq'uwan q'asillala kausananchipaq
yuyay mana q'unqananchipaq
q'unqay mana kutimunampaq
pinq'ay mana kanampaq
¡Arí taitaykuna!
Yuyaychis…
¡Kaykunam sondor rumi q'atapa munayninkuna

Enciso Altamirano

viernes, 20 de mayo de 2011

Luychu, el cordero amiguero

Enciso Altamirano.

Y sin que me diera cuenta el tiempo pasaba, así como agosto también llegó diciembre con sus fiestas costumbristas para dar pie a las vacaciones escolares. Siempre que veo a un grupo de chiquillos en el parque recuerdo los míos, esas imágenes van y vienen como zorzales al capulí.

En mi pueblo de aquel entonces no había muchas opciones para divertirse como los hay en la actualidad, a menos que dejáramos volar la imaginación, entonces descubríamos juegos interesantes como: choro medio mango mangotero, a los trompos con el uchucuta y a los rodaderos con troncos y hojas de cabuyas en la chacra de viejo hacendado.

Por un par de meses los muchachos del barrio teníamos para entretenernos. Enero y febrero eran meses sagrados para la vagancia. Con tal fin todo el año me esforzaba en el estudio para salir invicto, con buenas calificaciones. Siempre fui buen alumno, dieciocho en conducta y catorce en lenguaje, matemáticas por lo general era ponderado, pero ciencias naturales era problema, sino era por el bendito once, rezando llegaba al Dios que nunca conocí.

En fin, marzo tenía tranquilidad jodiendo hasta con los vientos que no tenían memorias. Cada año mis padres hacían planes para mí, ese año en particular, en 1982 no sería la excepción, semanas antes de la clausura me regaló una ovejita en reemplazo del recordado don Amanso que fue por más de ocho meses mi apreciado animal, mi becerrito de color negro, según crecía terminó buen semental, para mis padres una suma en billetes que falta hacía en casa, tuvieron que venderlo en la feria de los domingos, según ellos para comprar semillas de papa y provisiones alimenticias.

Ciertamente fue penoso, hasta entonces mi mayor tristeza. En esas circunstancias llegó al corral una oveja con su crío bien bonito, en realidad parecía de raza, era más bien chusco mejorado. A primera me encariñé y mi madre para recompensar lo de don Amanso me confió su crianza. Yo feliz de donde sea hasta el Alalay papta.

Avisé a mis amigos de mi nuevo animalito. Los muchachos se encariñaron de entrada al igual que yo. Este corderito era salvaje, nadie dudó en bautizarlo como Luychu, calificativo que en runa-simi quiere decir venado. Efectivamente Luychu era un corderito por demás indomable, llegó al corral siguiendo a su condenada madre, y que en pocos días quedaría huérfano, lloraría, tal vez por mucho tiempo.

En efecto, así como pasa el invierno, también la tristeza del corderito, pero el carácter huraño permaneció como una de sus características. A nadie permitió acercársele, corría como venado en todo el perímetro del corral, parecía, más bien era salvaje.

Mis padres reían a carcajadas las veces que en mi intento de poder atraparlo caía al suelo, frustrado, y sin motivo renegaba ¿acaso por impotencias? No recuerdo cuándo, tampoco me tomé la molestia de averiguar desde cuándo existe la feria de los domingos, pero tengo la certeza que como andahuaylino es mi herencia, al igual que los pinos en Waywaka. Domingo tras domingo la feria se agranda, es el lugar para vender y comprar. La borrega madre de Luychu conoció rápidamente su destino; lo vendieron por unas monedas de ganancia.

- Así es amigos - Mis padres eran negociantes, ganaderos, hicieron lo que debían, no hubo reclamos, sólo se escuchaba las quejas del corderito desde el corral. Huérfano este, finalmente acabamos haciendo amistad, muy buenos amigos.

En la actualidad algunas veces me he sentido solo, huérfano como aquel corderito tras a su madre, tal vez por ello narro esta historia para matar mis penas que la distancia me causa.

Con el correr de los días el animalito se acostumbró conmigo, algunas veces paseaba libremente hasta en la sala de mi casa, eso molestaba a mi padre, realmente le enojaba mucho más cuando compartía raciones de alfalfa con los cuyes en la cocina. Por algún tiempo fue divertido, después se volvió insoportable, con frecuencia la puerta que da con el corral permanecía cerrada, evitaba por todos los medios que mi papá lo viera, en más de una ocasión había prometido su carne en el asador.

Mi padre es hombre de palabra, en ningún momento ponía en tela de juicio sus promesas, eran pocas pero definitivas, por eso, nosotros los hijos le guardábamos respeto, también admiración.

Luychu casi nunca tenía soga el cuello, no era necesario, se había convertido manso, exageradamente obediente, entendía hasta su nombre, levantaba el cuello, sus ojos parpadeaban e iba a donde se le llamaba. Los vecinos reprendían a sus perros, se suponía eran los mejores amigos del hombre, obediente, pero Luychu contradecía esas teorías. No ladraba, pero coqueteaba con su frete, jugaba con todos los niños al si me jodes te corneo, mostraba su enojo, retrocedía, luego alzaba la cabeza, después de arañar el aire con sus dos patas delanteros, corría, correteaba a los que no respetaban su tranquilidad.

Mi hermano Machicha fue quien le enseñó a cornear, a ser malo, este hermano mío era inquieto, tenía cada ocurrencia, creo no era normal, era un pequeño diablo a pesar de ser mi mayor por seis años. Algunas veces pretendía ser carnero, babaleaba, comía pasto igual que Luychu, como si fuera poco lo enseñaba a cornear el mismo con su cabeza, nosotros, los más pequeños le teníamos respeto a mi hermano. Era nuestro maestro, el profe de las travesuras, pero en esta cuestión Luychu resultó el mejor, inclusive peligroso. Sus cachos que recién comenzaban a endurecerse ya lastimaba. Ninguno en mi familia imaginó que esos cuernos serían los causantes para su trágico final.

Aquel verano de 1982 empezaba escucharse las escapadas voces de Sendero Luminoso, pero la rabia de la gente en la puerta del Estanquillo Municipal se había instalado desde hace mucho. Las escenas de un lunes a viernes eran repetitivas, filas interminables para conseguir alimentos no perecederos, las colas alrededor del estanquillo Municipal era como una postal repetida y devaluada, y que por fortuna nadie lo deseaba. Se esperaba con ansias un cambio político.

En aquellos años niños y mujeres amanecían en las inmediaciones de esa malgastada puerta, (ahora abandonada) soportando las insolencias del frío. De hecho, no hay frío peor que el de los andes en las madrugadas. En esas y con esas condiciones íbamos muy de madrugada, todavía de noche a guardar lugar para obtener una ración, pobres y medios pobres, sin diferencias. Pero sin caer a cuestiones políticas a mi modo de ver en todas partes hubo y habrá la diferencia social, la diferencia de las clases, pobres y ricos, también estaba insolentemente instalado en Andahuaylas.

Circunstancias aquellas maltrataba a mi indefenso y delicado cuerpecito. Me congelaba de frío hasta el punto de sentir adormecidas mis pies. Tiritaba como tambor malogrado. Desde la segunda cuadra de la avenida Andahuaylas hasta inmediaciones del jirón Trecierra esperábamos con tiempo al tiempo para conseguir dos mezquinos kilos de azúcar, fideos o arroz por persona.

En mi familia estos alimentos los productos comprados eran meramente complementarios al valor nutritivo que facilitaban nuestras tierras. No sé a ustedes pero a mí me resulta desagradable un desayuno sin azúcar, particularmente yo terminé hastiado de tanto trigo, papa, maíz y sus derivados naturales. Con lo cual no quiere decir son malos alimentos, sus propiedades naturales son los recomendables para cualquier mesa familiar.

Según mis cálculos, este año se cumple 30 años de la primera gesta armamentista de Sendero Luminoso en mi pueblito llamado Andahuaylas. Me comentan que ahora se ha convertido en una ciudad pequeña. No me entusiasma hablar sobre el tema. Es más, el recuerdo me provoca ciertas amarguras, creo las cuentas no quedaron pagadas. Ndie podrá borrar lo horroroso en mis recuerdos, muertes sin sentidos, y apiladas en la Morgue Municipal.

Cuando chico, yo miraba toda esa criminalidad. En partes Luychu es responsable al igual que mis dos mulas que por nombre llevaban La gringa y La Justina. Le contaré la historia, pastoreaba en los pastizales del hospital, cerca de la morgue

- ¡qué horror!

Quiero olvidarlos, pero no puedo, observaba amontonados de cuerpos sin vidas, en su mayoría campesinos, inocentes y desprotegidos. Esas imágenes me atormentan, algunas veces tengo pesadillas. Algunas veces la morgue estaba vigilada por uniformados, esto significaba eran cadáveres o bien de militares o de senderistas. Tarde o temprano se sabía. Lo innegable es que eran peruanos que estaban matándose entre, lo peor, defendiendo intereses de de terceros. De aquellas vivencias solamente queda cenizas, Uchpa para recordar y recobrar grandezas con melodías de waqrapuku, una esperanza a un mundo mejor cuando llegue la Alborada.

Pero todavía me lastima al corazón cada repaso, cada imagen, y cada lágrima de la gente del pueblo, específicamente si recuerdo a mi pueblo adoptivo llamado Kakiabamba de donde es el corderito que empezaba a ser mi buen compañero.

Luychu, mi borrego de pequeños cuernos y de lana blanca fue la alegría en mis diez años, me hizo reír también llorar, cuando me hallaba desprevenido me arremetía un golpe seco por la espalda, normalmente me dejaba con lágrimas en los ojos, y no lo decía ni a mis padres, ni a mis hermanos, me los guardaba por temor a que lo guillotinasen para consumo de cualquiera. Pero esos cuernos, aún me duele la espalda como el recuerdo que nunca volveré a hallarla, ó como el dolor de los heraldos negros de César Vallejo, eran tan fuertes y yo sé…

Si ese corderito hablara, también revelaría mis secretos, mis travesuras, mis descuidos y mis desaires. Como dije antes, mi única misión en aquel verano era de vigilarlo, porque constituía mi esperanza para comprar mis utilices escolares y proseguir estudios de quinto grado.

Yo creo todos los chicos por naturaleza existimos por existir, algunas veces desobedientes, yo violé mi ley primera, por jugar a los tiros con mis amigos del barrio tomé una soga y lo até a Luychu a una retamas en la chacra de la vieja hacendada. Lo único que me importaba era divertirme, pasar el día de la mejor manera, dar de comer a los cuyes, y al cordero.

Ser algo en la vida es la cuestión que siempre cuestionó a mi humilde familia, pero, ¿qué es ser algo en la vida? después de tantos años buscando respuestas llego a la conclusión de infelicidad. Muchos jóvenes resultan ser la esperanza de sus padres, ser lo que ellos no pudieron ser. Esto, algunas veces se confunde con un título universitario, cualquier cosa da lo mismo con tal de conseguirlo. Al final resultan profesionales mediocres, mucho menos que cualquier hombre de la calle. Un titulo no hace a un hombre, no concede un status en la sociedad. A mi modo de ver, ser algo en la vida es ser uno mismo, viviendo la vida de acuerdo a sus principios, y si acaso hay la posibilidad de proseguir los estudios, hacerlo con la firme convicción de aprender sin perder la esencia de ser racional. Eso es ser algo en la vida. Ser útil a los demás y no valerse de los demás como lo hacen muchos, ostentándose increíblemente de un título universitario.

Volviendo al tema de Luychu, todo el tiempo supe de las chacras prohibidas para el pastoreo, pero por un acto de inconsciencia y descuido olvidé las advertencias de artos vecinos que conocían las reprimendas de la dueña carcamal. Doña Donatila se llamaba, con frecuencia se comportaba malvada, con látigo en mano mandaba a su capataz don Alejandro para amedrentarnos, amenazaba con llevarnos al encierro, con frecuencia repetía que éramos vagos, y el destino que nos iba al encuentro era cualquiera menos buena vida. Y yo, con 10 años qué sabía de buena vida. Para mí, todo lo que me hacía bien, era bueno. Jugar día tras días, por ejemplo. A esa edad no me preocupaban las amenazas, los insultos ni los malos presagios, tenía una vida entera para enderezarme si acaso era necesario. Al diablo a las necias palabras de la vieja hacendada y su capataz. Para ser honesto al viejo Alejandro muchos le tenían entre ceja y ceja.

La casa de la vieja hacendada, era concurrida por gente pobre, casi siempre por el mismo tema: reclamando sus derechos. Era costumbre ser ventajera, actitud propia de los gamonales, de los hacendado, primero ellos, después ellos, y finalmente ellos. Por aquellos años, después de la reforma agraria, la vieja hacendada empezó a vender sus terrenos. Los compradores habitualmente resultaban estafados, con la ayuda de sus abogados habitualmente engullía a los pobres campesinos que soñaban con lotes cerca a la ciudad.

Si acaso existe el infierno, debería de vivir allí –. Decía

Mi barrio que de nombre lleva Vista Alegre, aflora en los terrenos de la viaja. Ella hacía lo que quería. Nadie podía hacer nada, por años nadie hizo nada. Eso me provocaba impotencias. ¡Cuando sea grande¡ – prometía en vano, y sí, fue en vano porque ahora que soy grande, me dicen que ya murió.

El punto es que una vez descuidé a Luychu, después de ponerlo una soga al cuello y atar con varios nudos a una planta de flores amarillentas en los terrenos de la vieja. Sin imaginar nada adverso me fui a jugar detrás del colegio. Sí, allí, en el cerro. Quizás al trompo, al dañis o a los ñocos. El hecho es que cuando retorné ya no estaba mi corderito en su lugar, miré a todas partes, corrí de un lado a otro, desesperado ¿qué ha pasado? –Me pregunté – ¿Quién me lo robó? ¿A dónde lo llevaron?

A priori pensé que estaría en el calabozo de la municipalidad, fuimos corriendo, no estaba allá.

El calabozo para animales de la municipalidad estaba en la esquina de la Av. Martinelli y Alfonso Ugarte. De ese lugar era imposible rescatarlo, las multas generalmente eran muy elevadas. La vieja ponía cargos por daños inexistentes. Frente a estos atropellos, algunos campesinos optaban en renunciar a sus animalitos, preferían tenerlos retorcidos de hambre y sed que pagar cifras inalcanzables.

Después supe que no había otra alternativa más que el corral de la veterana, corría detrás de la incertidumbre con lágrimas mojando mi rostro. La gente en la calle no sabía mi dolor. El simple hecho de imaginarla enojada a mi hermana me aterraba, era mejor rescatarla de donde sea, si era preciso prometiendo mi alma al diablo. Para el colmo, tampoco tenía las formas para acceder a dichos tratos.

Así como llegamos al Calabozo Municipal también lo hicimos de nuevo a donde había amarrado a Luychu. Eran poco menos de media tarde, desde hace más tres horas buscábamos al cordero. Era imposible que nadie lo viera, dicho y hecho doña Laura nos confirmó el paradero.

Fue don Alejandro – dijo la mujer – En ningún momento se resistió, desató y se lo llevó a su corral.

Luego corrimos sin detenernos hasta las inmediaciones de la casa hacienda ubicada en el cerro, al del Huayrapata. En la última curva de la carretera encontramos una tranca que impedía el paso a hombres y animales con una advertencia escrita y gráfica: propiedad privada, prohibido el ingreso. Notablemente acompañada por un grabado de una carabina. Estábamos jugados, a esas alturas ya no importaba nada, ni los dos enormes perros que guardaban celosamente la puerta. En el menor suceso ladraban escandalosamente. Esos caninos estaban entrenados para ser cascarrabias y tremendos buchones. Al mismo tiempo el cuento de que la vieja tenía escopeta hacia de que aumente la adrenalina. En su territorio ella era la poderosa. Las leyes usualmente no le alcanzaban. La vieja tenía todo el poder del pueblo en sus manos, era una espacie de gobernadora, una verdadera tirana. En esas condiciones pensar violar la propiedad era como un acto de suicidio, nunca antes había imaginado organizar una maniobra de rescate. El problema ya estaba instalada, si acaso regresaba a mi casa sin mi Luychu, no iba a tener una bienvenida con mimos y cariños, presisamente. Mi hermana Olimpia era quien me tutoraba en ausencia de mis padres. Sus enojos prácticamente me amilanaban, me enterraría vivo con sus regaños y porras. En verdad, prefería mil veces no causarle enojos. No importa a qué hora, aunque sea con el sol despidiéndose de la tierra. A todo esto, yo era el único responsable. En partes, también mis amigos por haber compartido el pedazo de la diversión, y como tal, tenían y sentían que tenían que ayudarme.

Ya sabíamos que estaba en el corral de la viaja. La pregunta era en qué parte. Muchos conocíamos esa residencia, algunas veces como peones íbamos a su huerta a limpiar malezas a cambio de manzanas y peras. Dos eran los lugares para los animales, la primera en el patio que era una especie de corral abierto, protegido solamente con espinos y troncos, en apariencia era algo vulnerable, el problema, el único problema en dicho lugar caminaban sueltos los perros. Como dije, eran perros hartamente susceptibles, sensibles. Cuando ladraban los dueños salían sin vacilar directamente con la intención de aniquilar a quien sea,

Sigilosamente por entre los cultivos de maíz llegamos hasta el patio, los espinos de contención nos servían para camuflarnos, no había nada, nadie, ni los perros. Mi preocupación fue más grande al no ver a Luycho, por un momento reinó la incertidumbre, llegué a pensar lo peor… degollado. Los dije a mis amigos que eran cinco:. Atancha, Cesarcha, Leonidascha, Miguelcha Quijano y Santuscha Mesares.Volvimos de nuevo a la curva para tomar la otra ruta que nos llevaría al segundo corral ubicado detrás de la cocina. La casa hacienda estaba rodeada de sembradíos de maíz, y tupidas plantaciones de cipreses. Por si fuera poco protegida por un metro de pirca y sobre esos, alambrados con púas de metal. Era evidente que Luychu estaría allí. Resultaría casi imposible sacarlo. De cualquier modo llegamos a la pirca. Los seis comenzamos a buscarlo, nos repartimos responsabilidades. Santuscha Mesares sería encargado de vigilar la primera esquina y la segunda lo haría perfectamente Muguelcha Quijano, mientras Leonidascha con Césarcha se encargarían de vigilar a los perros por si las dudas. Estos dos warmas eran hábiles, tenían velocidad, y si se trataba de correr lo ganarían a los perros sin derrochar inconvenientes. Yo con Atancha decidimos entrar al corral, pero antes estudiamos la propiedad, trepamos primero la pirca. Afortunadamente y para el alivio de mi corazón, Luychu estaba allí amarrado en una estaca. Al verme se alegró, también nosotros, no corrí a su encuentro, fui más cauto, caminé de puntillas hasta llegar a su cabeza, lo desaté, confiaba mucho en su aprendizaje, debía seguirme por dónde y a dónde yo iba. Para no alarmar a los perros caminamos lentamente hasta la pared. El problema era cómo salir de ése corral. Sinceramente no tenía idea, ninguna idea. Sudábamos de miedo. De nada valía tener a Luychu suelto, seguía atrapado en el corral, esta vez conmigo y mi amigo. Como dicen dos es compañía, tres es multitud, Atancha pensó mejor que yo, regresó hasta la estaca, desató la soga, luego amarró al cordero a partir de la panza, después aventó la otra punta al otro lado del corral, comenzaron a jalar los otros chicos y nosotros, empujamos. La idea era subirlo como sea hasta la pirca y sacarlo de un brinco. Afortunadamente el cordero se dejó hacer de todo, no se quejaba. Santuscha Mesares es, pues, hijo de Cocairo, astuto como el mismo zorro, había arrancado una parte del alambrado que facilitó la salida. Una vez sobre la pendiente fue fácil bajarlo. De hecho, la salida fue menos dificultosa que la entrada. Atancha era corpulento, me cargó a su hombro y fácilmente llegué a subir la pared. En tanto, con la ayuda de Miguelcha alcanzamos la mano de Atancha y lo jalamos hasta encontrarnos libres, todos.

No sé en qué momento el viejo Alejandro se dió cuenta de la desaparición del cordero. Nunca me enteré. Seguramente pensó en la vulnerabilidad de sus cercos. Pero esa tarde no bien lo tuvimos con nosotros, corrimos como espantado. Nadie adivinaría la alegría que nos ocasionó el tener sano y salvo a nuestro amigo; al cordero Lycho.

Desde aquella mala experiencia nunca más lo llevamos a los terrenos de la vieja hacendada, comenzamos a explorar otros lugares, Chuspi era buena opción, había capulines y duraznos, además buenos herbajes para que el cordero crezca sano y salvo.

Nadie puede imaginar de qué manera terminó la vida de ese bello cordero que prontamente creció fuerte. Cuando era pequeño mi hermano Marcial le enseñaba a cornear. Ése mal habito según crecía se tornaba violento, peligroso. Ocurre que una vez yo le saqué del corral temprano a pastar hacia la carretera. Luycho comía mansamente en un rinconcito mientras yo me calentaba con el sol en una pendiente que daba directamente hacia las chacras de Don Emilio Mallma. En ese instante me hallaba sólo, de espaldas al carnero y esperando a Atancha que pronto llegaría hacerme compañía. Miraba desprevenido hacia la carretera principal de la avenida Perú, en ese momento juro no me di cuenta, tampoco recuerdo cómo sucedió, sentí un fuerte impacto en la espalda que me llevó volando por lejos hacía abajo, cerca a los maizales del vecino, prácticamente quedé inconsciente, casi muerto, mucho pensaron que era mi trágico final, mi amigo Atancha que recién salía de su casa contó a mis padres lo sucedido. Por horas mi madre lloró mi mala suerte. En verdad, no esperaba ser agredido por mi mejor amigo.

Desde luego que mis padres no dudaron en darle final, lo degollaron. Cuando desperté de mi inconsciencia, mi madre se alegró machismo, me abrazó fuertemente que hasta hoy lo recuerdo tiernamente. No entendía por qué, lo cierto es que festejaba mi retorno a la vida después de horas de un día completo de inconsciencia. Algunos amigos fueron a visitarme con sus caritas entristecidos, nadie mencionaba lo ocurrido, juro yo pensé cualquiera menos un golpe de cuerno que por poco me manda a la otra vida.

El silencio y la complicidad de mis amigos no eran claros, escondían algo grave, y no era para menos. La mayor parte de su anatomía lo vendió ese mismo día tal como estaba previsto, y la otra parte lo destinaron para consumo familiar, y sin imaginar comí un rico caldo para recuperar mis fuerzas. Si era lo justo, no lo sé, lo único que a estas alturas de mi vida recuerdo es que fue mi mejor amigo en aquellas vacaciones de 1982. Y gracias a su carne me compararon mis útiles escolares para proseguir mis estudios, tal vez para que hoy les pueda contar con toda disposición y facilidad que me da el hecho de haber aprendido a escribir y describir mis vivencias de antaño con el seudónimo de Alejandro de Andahuaylas.

viernes, 15 de abril de 2011

otro Fragmento de la novela ÑANKUNA


Al llegar al final de la subida un viento ligero acarició mi cara. Me detuve por un instante limpiádome el sudor. Luego miré mis pies, había riesgo de tomar una severa infección. Me preocupé bastante. Pero a pesar de tamaña magulladura, sorprendentemente no me dolía. Y bueno, me dije hacia mis adentros, continuaré. Uno pasos después, cruzamos el abra, y en seguida por delante se vio una vasta llanura con desniveles pronunciados, y caminos confusos. Y así, quedó atrás el caserío de Corral pata.


De hecho, y es innegable que por delante, también el camino es difícil a pesar de los pastizales. En cierto modo, no había una via definida, todas conducían a cualquier parte. Arriar a los animales en conjunto por estos caminos confusos iba resultar complicado. Cualquiera tomaría cualquiera de las vías. De inmediato se tomó decisiones determinantes y urgentes. Pero las mulas continuaron avanzando sin problemas, esquivaban zanjas con mucha facilidad. En seguida entramos a una curva llena de malezas y cruzamos el primer riachuelo de Churrubamba. En la zona hay apenas cuatro casas, radicalmente separadas unas de las otras. Como se preveía, después del riachuelo fue un caos. Los animales intentaron esparcirse a todos lados. Corrimos tras estos con látigos y zurriagos. Por un momento reinó el alboroto, pero conseguimos manterlos unidos. Después, favorablemente siguieron las huellas de las mulas que se apuraban hacía el lugar de descanso que ya se divisaba vistosamente bajo la falda del cerro Apu-alalaypata.

Las mulas se desviaron del camino hacía una pampa. Yo corrí para guiarlos en donde sería la parada. Sujeté de sus sogas hasta que se detuvieron. Inmediatamente llegaron los otros animales. Amarramos las vacas y a los otros animales en las ramizas. En tanto, los chanchos se estiraron en el suelo y en las partes más húmedas, enervados. Después papacho con Timani bajaron la carga de las mulas. Mama Tere se sentó sobre el pasto y tendió la manta sobre el piso, y encima de esta, acomodó el refrigerio: mote, queso, huevo cocido y kankacho.

Al rededor de la manta tomamos asiento. Los pastos húmedos comenzaron a mojar las prendas por lo que Papacho volvió a levantarse y caminó hacía un amontonado de piedras. Alzó la más plana y volvió donde merendábamos. Después de acomodarlo en el suelo tomó asiento sobre esta. Efectivamente era buena la idea, pero el cansancio no me permitió hacer lo mismo. Mis hermanos y yo, optamos permanecer sobre el pasto húmedo.

Desde ese lugar se obaserbava todas las distancias, toda las formas de las vistas panorámicas. La comunidad de Q’otawachu florecer en medio de un verde intenso y bajo la protección del Cerro Apu-Muchkani y el Apu Landa, adornados con eucaliptos y arrayanes, y rodeados de sembradíos de maíz, papa, olluco y plantaciones de trigo y cebada. Al frente de la misma comunidad, el caserío de Atuq-pata se distaba impreciso a efectos de las insignificantes neblinas que todavía permanecían espesas a esa hora del día. Y, al lado, se miraba las ruinas del Sondor-pata.

El sondor, así se lo conoce al complejo de restos arquitectónicos que guardan a los restos misteriosos de la cultura Chanka. La zona, por su ubicación y forma geomorfológica asemeja a un cóndor con alas estiradas. Y de acuerdo a las variaciones lingüísticas entre el español y el runa-simi fue adaptándose las imposiciones foráneas. El nombre de Sondor pata que deriva de Kuntur pata quiere decir “loma de los cóndores”, “pata” conserva el significado de una loma en runa-simi.

¿Cómo podíoa ser? Era mi pregunta. Hasta hace un istante las neblinas todavía eran espesas en todas partes, pero de un momento a otro comenzaron a desaparecer. El predominio del azul era casi absoluto. Solo en los valles y quebradas, y en algunos lugares rociados como en Muchkani se hallaban las nubes. Después de merendar, yo me levanté primero. Y como siempre, la curiosidad me llevó a buscar en las ramizas un tronquito bien recto, y tracé cuatro líneas en el piso teniendo como eje un punto. Coloqué verticalmente el palito en el centro. La proyección de la sombra me indicaba que eran poco más de las 10:30am. Temprano para donde ya nos encontrábamos.

En cualquier momento nos encontraríamos con viajeros que venían del otro lado del cerro Apu-alalaypata. Lo más probable, nos avisarían lo sucedido la noche anterior. Mientras tanto, todos serían especulaciones. Lo cierto de todo esto, esque no teníamos dudas que se trataba de asesinatos. No lo dudábamos. Probablemente las victimas son algunos concejales, y por qué no, algún militar del pueblo. Pero, ¿por qué a ellos? Me pregunté y yo mismo respondí: Por ser corruptos, Apurimac.

¿Tantos tienen que morir para encontrar la paz definitiva en el pueblo? Así parece, Apurimac

¡Qué rabia me da el saber eso!

Ankasmayta y Timani se echaron en el pasto sin importar la humedad. Estiraron sus pies y cerraron los ojos. Trabajaron bastante, se merecen de un buen descanso. Papacho se alejó del lugar con el argumento de explorar el camino. Retornó con la novedad de la existencia de un tramo totalmente atestado por zanjones. Tácitamente estaba anunciando la complicación para las mulas que llevaban cargas pesadas. La novedad a ninguno alarmó. Teníamos bien en claro cual de los atajos tomar por más difíciles que sean. Conocíamos muy bien el lugar y era nuestra ventaja ante la adversidad.

En ese momento se escucharon ruidos de motor de carro. Sin soprendernos miramos hacia el cerro Apu-Muchkani. Sin la presencia de las nubes los rayos del sol mandaba en todos los lados. Los carros avanzaban por la carretera y en breve, desaparecieron ni bien voltearon al otro lado del cerro, también su ruido.

Concretamente la persecución a los encapuchados tenía varias horas de demora. En un principio que a mi me parecía descabellado el romper la carretera con picos y lampas tuvo sentido. Es buena estrategía, pensé. Cuando se trata de huir, el tiempo es valioso. Lo evidente es que no los alcanzarían, no los encontrarían. O tal vez si. De ser así, ¿cuantas muertes más podían esconder los montes?

Desde que recuerdo al grupo de los encapuchados veo imágenes muy tiernas de jóvenes campesinos como yo. Integrando al grupo guerrillero, quizás muchos sin entender de qué se trataba. Estaban porque estaban por estar. Muchos a cambio de armas de fuego, llevando picos y lampa. Lo curioso, también eran llamados terroristas.

¿Qué futuro tengo yo? ¿En cual de las veredas voy a estar parado cuando sea grande? Quizás me lleven por la fuerza a ser parte de Sendero Luminoso. A lo mejor, con el servicio militar obligatorio termine siendo soldado para perseguir a mis hermanos campesinos y matarlos con el argumento de que son cómplices de los terroristas, quién sabe, quizás.

Si acaso los encapuchados resolvían emboscar al ejército en esas rutas, todas condiciones estaban a su favor, inclusive el efecto sorpresa. No habría escapatori ¡Ojalá que no ocurra nada de eso! Me dije. Sería una tragedia para todos. Especialmente para sus familiares. Los soldados obedecen solamente ordenes de mentalidades terroristas como lo es la clase política del mundo capitalista. Argumentados bajo el término de la democracia son los indiscutibles criminales, y, están protegidos y amparados con leyes hechas a la medida de los intereses del dinero. Plata sucia, dinero fácil son las razones de tanta pobreza y mucha podredumbre en el Perú. Sin educación, sin salud ¿A dónde va una sociedad?

A la mezquindad. ¡Apurimac, carajo!

¿Para esto se ha inventado al terrorista?, ¿Para ser estrictamente el blanco de las excusas de la ambición del dinero? Extiéndelo, de una buena vez, pero entiendolo y no jodas más…

Regresé a donde estaba mi madre. Tomé asiento en su lado. Ella me aunó a su pecho y me dio un beso bien tierno en mi frente. Yo quedé feliz, muy feliz. El amor de mi madre siempre fue el mejor de los regalos que me dio la vida.

¡Madre mía. Cuanto te quiero! Le dije con el brillar de mis ojos.

Cuando se trata de amores sobran las palabras. Después le ayudé a juntar la manta. Quedaba poca comida, y lo que sobró nos repartimos entres los tres. Yo llené mis cuatro bolsillos con mote. Y comencé a caminar hacia donde estaban los chanchos. En tanto, mis dos hermanos con mi padre volvieron a cargar a las mulas. En breve, comenzaría el viaje hacia la ciudad. Miré hacía adelante. La pampa sobre el cerro estaba repleta de humedad. Había pocas posibilidades para que las mulas transiten sobre ella. Forzosamente volvieron al ñan que metros mas adelante volvía a tener el sentido de camino principal. Y continué con la mirada fija hacia adelante. Después de los pastizales, se miraba notoriamente las angostas vías que se abrían por el medio del cerro peñascoso.

Solamente faltaba un tramo para salir del barro. Después de ello, el panorama es totalmente diferente, pero no menos peligroso, porque el cerro Apu-Alalaypata además de ser tenebroso también esconde dificultades para cualquier viajero.

Papacho con Timani regresaron al camino principal con las vacas, toros y mulas. Mientras que yo quedé con el cuidado de los chanchos. Al dar el primer paso tuve flojera que no me permitió seguir caminando. ¿Cómo se hace para volver a tener ánimos? Seguir y seguir. Es la clave. Poco a poco mi cuerpo volvió a tomar el ritmo. Y los chanchos después de un prolongado descanso comenzaron a apurarse con el zurriago. Como se veía, en efecto, en el camino había mucha humedad, charcos de agua y excrementos de animales que no eran favorables para mi herida. Elegí caminar con cuidado, saltando y tomando otras vías. El atajo dejó de tener llanuras, y la fatigosa subida acabó por completo mis energías. Por suerte, al otro lado del puquial los senderos cambiaban de color y forma. Entonces sería diferente. El camino cascajoso ya se hacía desear.

Ya llegaremos cuando menos lo esperemos, me dijo Ankasmayta.

Estuve al tanto de Timani y de Papacho. Observaba continuamente, pero no lograba verlos con nitidez por las enormes ramizas al borde de los caminos. Se escuchaba constantes voceríos. Para las las mulas, esas voces no eran tranquilizadoras, pero tampoco eran de alarma. Estás mulas estaban sobrellevando con gallardía y altura las dificultades de los caminos cercanos al puquial.

Escuché a Timani decir mi nombre. Apenas contesté me dijo que me apurara. Y yo, haciéndole caso salté un montículo al otro lado, ¡por dios! Nunca uno quiere lastimarse solo por gusto, pero yo, tropezé otra vez, esta vez atiné con unos palos peliagudos que se clavaron en el otro de mis pies. Eran trozos de Tankar kichkas, una especie de púas de palo ¡Qué dolor! Quieto en el suelo y sobre el pasto húmedo me senté y agarré mis patas carcomiéndome los dientes. Sentía al dolor subir cruelmente por mis venas hacia la cabeza. En ese instante estiré la pierna y tiré mi cabeza hacía atrás cerrando los ojos y inhalando bastante aire, confundí ver estrellas en medio de un día bastante alumbrado, y cuando volví a abrí ojos unos cernícalos volaban hacía los cerros. Los chanchos siguieron caminando como si no hubiera pasado nada. Mama Tere, ni Ankasmayta se dieron cuenta de mi infortunio.

Nunca imaginé otra desgracia en un solo día. No grité, no lloré, no hice nada sino respetar aquel momento de dolor. Aguanté el padecimiento más por el miedo a los reproches que por mi valentía misma. Al notar que mis pies no desangraban a priori presagié que no había de qué alarmarse.

Intenté calmarme. Mientras las púas estuvieran alojadas en mis pies, impedirán para caminar. Es preciso extraerlo. Me armé de valor: cerré los ojos y volví a morderme los dientes, y desde mi piel los saqué con fuerza. Las púas salieron no dando el brazo a torcer dejándome un agujero en la dermis y desangrando irrisoriamente.

Este fragmento pertenece al segundo capitulo de la novela.
Enciso Altamirano

Poesía andina: Espíritu

Alejandro en Imágenes

éstas imagenes corresponden a mi actividades sociales y culurales realizadas en el años 2007.
El contenido del blogs es propiedad de Alejandro Enciso Altamirano. Ninguna parte de ésta publicación puede ser reproducida almacenada o transmitida en manera alguna ni por nungún medio, ya sea electronico, mecanico, optico, de grabación o de fotocopias sin el permiso o la mención de autor.

Teléfono: 005411-4988-0562 / celular: 15-6521-2072
e-mail.
enciso_altamirano@hotmail.com Bs. As - Argentina

Pronombres del runa-simi

MODO AFIRMATIVO
singular
-Ñuq’a.. kani... yo soy
-Q’an... Kanki..tu eres
-Pay … kan … ella/el es
-Kay … kan … esto es (neutro)

plural
-Ñuq’ayku…Kaniku… Nosotros
-Q’ankuna…Kankichi..Ustedes
-Paykuna…. Kanku…. Ellos/ellas
-Kaykuna….Kkanku… Estos/tas

Importante:
* El pronombre ÑUQ’A termina en vocal, entonces se le agrega el sufijo YKU.
* Cuando los pronombres terminan en una consonante se le agrega el sufijo KUNA

MODO NEGATIVO
-Ñuq’a mana kani
-Q’an manan Kanki-chu
-Pay manan kan
-Kay manan kan-chu
-Ñuq’ayku manan Kaniku-chu
-Q’ankun manan Kankichi-chu
-Paykuna maman Kanku-chu
-Kaykuna manan Kanku-chu

Importante:
*Cuando el pronombre termina en consonante el modo negativo es MAMAN, MANA cuando termina en vocal, pero con algunas exepciones. Además al sustantivo se le agrega el sufijo CHU.

Algunos ejemplos
-q'an manan kanki-chu (tu no eres)
-q'an manan kanki q'elqaq-chu (no eres escritor)
-Ñuq’a kani ductur / q'ampiq runa
-ñuq'a manan kani q'ampiq-chu
-paykuna maman kanku ductur-kuna-chu

Manuel Macchiavello

Discurso en el Salon Dorado

Peru llaqta